viernes, 23 de diciembre de 2016

Obras maestras: El entierro del conde de Orgaz


Dentro de la pintura española del siglo XVI destaca la obra del pintor cretense, Domenikos Theotocopoulos, llamado El Greco, que llegó a España desde Italia para trabajar en la decoración de El Escorial, pero su rechazo por parte del rey Felipe II, le hizo trasladarse a Toledo en 1577. Allí tendría un enorme éxito como pintor para la iglesia, como para la clientela privada, adquiriendo una gran fama como retratista. Un prestigio que decaería hasta llevarle al olvido, siendo recuperado de nuevo a principios de siglo XX, hasta la actualidad. Hoy el artista cretense aparece como uno de los grandes de la historia de la pintura española y mundial, perteneciente al ámbito del Manierismo con una actividad intelectual relevante que le hizo practicar y escribir sobre escultura y arquitectura.


Una de sus obras maestras la realizó por encargo de la parroquia de Santo Tomé de Toledo. Es el famoso, Entierro del conde de Orgaz, que representa el milagro por el cual San Esteban y San  Agustín, según la tradición, bajaron del cielo para enterrar personalmente a Gonzalo Ruiz de Toledo, fallecido en 1323, por su vida ejemplar y benefactor de la iglesia. La escena se divide en dos ámbitos, una parte terrenal, la del hecho propiamente dicho, y una que corresponde al cielo. En la terrenal, los personajes principales son los santos con amplias capas pluviales decoradas de escenas pintadas y grandes bordados dorados, que portan el cuerpo muerto del conde vestido de armadura. A la derecha, un sacerdote dirige el responso, que se ha identificado como Andrés Núñez, el párroco que encargó el cuadro. A la izquierda, un niño, que mira al espectador, es el retrato del hijo del pintor, cuya fecha de nacimiento se lee en el papel que le sale del bolsillo.


En segunda fila de la parte inferior se observan un conjunto de retratos de caballeros nobles y monjes. Entre ellos se encontraría, el del propio autor encima de San Esteban. La escena nocturna se ilumina con antorchas. En medio, un ángel asciende al cielo con el alma del conde en sus manos. También, entra en la zona celestial, la parte superior de la cruz procesional. Esta parte celestial presenta personajes a derecha e izquierda de Cristo en majestad del Juicio, en la zona más elevada. Tienen todos ellos diferentes tamaños según las distancias entre las nubes, más numerosos los de la parte derecha, la de san Juan Bautista, de mayor tamaño, entre los que se encuentra el propio rey Felipe II, que los de la izquierda, la de la Virgen María, con san Pedro detrás. Todos ellos forman un conjunto de movimiento intenso que contrasta con la solemnidad estática de la parte terrena.


La pintura es una manifestación del estilo pictórico de El Greco en plena madurez. Se inscribe dentro del Manierismo de finales del siglo XVI. En él se observan las enseñanzas que tuvo en Italia, referidas al color y al dibujo, que él los dotaría de una extraordinaria personalidad. La escena se refiere a un tiempo pasado, doscientos cincuenta años antes, pero con vestiduras de la época y personajes, algunos claramente identificados. Estos personajes principales aparecen ricamente ataviados, destacando la propia armadura del conde, también en el fondo, las cruces que identifican a nobles caballeros. Así, el milagro, aparece completamente descrito, donde la imaginación del artista mezcla realidad social de la época con la espiritualidad atemporal, ejemplaridad moral y poder celestial.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Los dibujos de Ribera

Caballero con hombrecillos, h. 1627-30

El Museo del Prado organiza la exposición, RIBERA. MAESTRO DEL DIBUJO, con motivo de la publicación del primer catálogo razonado completo de los dibujos del artista.  En ella se muestran setenta obras: cincuenta y dos dibujos, así como pinturas y estampas. José de Ribera, el Españoleto, desarrolló toda su obra en la ciudad de Nápoles hasta su muerte en 1652, pero se formaría en Roma donde llegó en 1606 como pintor caravagista y como dibujante con una vertiente académica. Fue un gran dibujante del que se conocen ciento sesenta dibujos. La exposición está dividida en once espacios dispuestos con un criterio cronológico y temático: José de Ribera; El artista joven; En la década de 1620; Santos y Mártires; Dioses y Héroes; Castigo y Tortura; Los años prodigiosos 1634-37; Cabezas; Maestro del dibujo; En la ciudad y en el campo; Extrañas fantasias; Últimos dibujos.

Sansón y Dalila, h. 1624-26

A diferencia de otros pintores caravaggistas, que pintaban directamente sobre la tela, Ribera daba tal importancia al dibujo, que muchos ejemplos de su mano son obras de arte en sí mismas, otros fueron diseños preparatorios para lienzos, o para ser grabados y utilizarse en su escuela de dibujo donde los futuros artistas trabajaban al natural. Ribera se considera, por tanto, un auténtico maestro del dibujo, que tomaba muchas de sus ideas de lo que la realidad le ofrecía. Si se observan las obras de la exposición, se puede considerar la evolución de su estilo. Un primer momento sería de formación en la escultura clásica, siguiendo el modelo académico romano, de hecho llegaría a ser académico en 1613. En la década de 1620, los dibujos a sanguina tienen una alto nivel de acabado y delicadeza. 

Apolo y Marsias, 1637

La plenitud de su madurez artística coincide en Nápoles con el virreinato del VI conde de Monterrey (1631-37), cuando ejecuta un grupo de dibujos preparatorios relacionados con los encargos pictóricos para la iglesia de las Agustinas Recoletas de Salamanca. En los años finales, su mano es menos segura y emplea más la aguada. Ningún artista napolitano o español coetáneo trató temas tan diversos como Ribera. Aproximadamente la mitad de los dibujos de su mano son de tema religioso, especialmente santos penitentes o en el momento de su martirio, como san Bartolomé y san Sebastián, que le dan pie a experimentar con el desnudo. También trató temas mitológicos y clásicos; y escenas de género, recientemente atribuidas a su mano tomadas tanto en el campo como en las calles de Nápoles.

Acróbatas en la cuerda floja, 1637-40

Muy atractivos de su obra como dibujante es su interés por la fealdad y las escenas de violencia. Cabezas de personajes grotescos o con enfermedades que le deforman el rostro, y escenas de tortura y ajusticiamiento que se producían en las calles de Nápoles. Finalmente, trató en sus dibujos una temática caricaturesca , fantástica y caprichosa, de iconografía misteriosa, más propios de otra época histórica. Llegó, de esta manera, a formar un corpus de dibujos con gran  variedad de técnicas y alto grado de acabado en algunos de ellos, que le muestran como un artista genial en esta disciplina.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Obras maestras de la arquitectura: El Templete de San Pedro in Montorio


Cualquier aficionado a la arquitectura que visite la ciudad de Roma para disfrutar de sus calles y edificios desde la antigüedad romana hasta la actualidad, no puede dejar de visitar una de las obras maestras de la Historia del Arte. Es un edificio pequeño que no se encuentra en la calle sino dentro del claustro del monasterio de San Pietro in Montorio al que se accede desde fuera. Se encuentra en el Ianicolo uno de los montes de la Ciudad Eterna donde se dice fue martirizado el santo. Fue patrocinado por los Reyes Católicos cuyos escudos se encuentran en el interior. La construcción y el diseño se pueden datar entre 1501 y 1510, y se pueden considerar el ejemplo más perfecto de la arquitectura renacentista del cinquecento, encargadas al arquitecto, Donato Bramante.


La elección de la planta centralizada no fue arbitraria por cuanto se relaciona con aquellos edificios, los martyria, destinados a conmemorar la muerte de un santo. Igualmente es el prototipo geométrico, el círculo, el que mejor expresa la tradición grecorromana según la idea de Vitruvio. Las proporciones humanas se inscriben en él y expresan de la mejor manera, la armonía del Universo. Por tanto, cielo y tierra, se conjugan especialmente bien en este edificio. También, el arquitecto, hace un uso preciso y profundamente clásico de los órdenes y los elementos arquitectónicos. El edificio se compone de una cella, de unos 4,5 metros de diámetro, rodeado de un peristilo de 16 columnas de orden toscano, sobre un podio que reposa a su vez en una escalera.


Las columnas sostienen un friso de triglifos y metopas decorados con relieves que aluden a los intrumentos del martirio de San Pedro y objetos de la liturgia cristiana. El conjunto se remata con una balaustrada que da paso al tambor que sostiene una cúpula nervada, caracterizado por nichos donde se irían a colocar estatuas. En todo el hermoso edificio se percibe el más alto nivel de las claves estéticas de la arquitectura clásica, proporción, armonía entre los elementos y belleza, donde la volumetría del peristilo da paso a un ritmo peculiar de las pilastras adosadas, las ventanas y las tres puertas adinteladas de la cella. El visitante al entrar se encuentra con dos altares, uno en el piso principal y otro en la cripta, a la cual se accede por una escalera en la parte trasera.


El Tempietto era una parte del diseño creado por Bramante porque tenía la intención de remodelar todo el patio del monasterio, que hubiera extendido el trazado circular a todo el espacio. Su prestigio como arquitecto que experimentaba dentro de las proporciones clásicas, le llevó a recibir el encargo del papa, Julio II de construir la nueva basílica de San Pedro del Vaticano en 1506.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Robert Capa en color

Espectadores en Longchamp, 1952
El Círculo de Bellas Artes de Madrid organiza la exposición, CAPA EN COLOR, sobre la obra del famoso fotoperiodista, con este tipo de película que él empezó a utilizar en 1938, pero con mayor asiduidad desde 1941. Hasta ese momento las guerras y la fotografía artística había sido en blanco y negro. El color era más caro y el revelado más lento lo que dificultaba el trabajo para las revistas. Sin embargo se llegó a acostumbrar a utilizar dos cámaras cada una con un tipo de película distinto. La exposición exhibe unas 150 instantáneas en color y tearsheets de las publicacines, junto con algunos documentos personales.

Picasso en Vallauris, 1948

El espectador puede disfrutar de imágenes en color de la Segunda Guerra Mundial, de las tropas aliadas que llegaban en barco al Norte de África, pero sobre todo, imágenes de un mundo de ocio donde aparecen celebridades de la realeza o del cine, modelos o personalidades de la cultura, o simplemente gente corriente o insólita de distintas partes del mundo. Era lo que pedían ciertas revistas de la posguerra para acercar a los lectores americanos o europeos otras imágenes de la sociedad en que vivían. Dejaba así atrás el reportaje de guerra, aquél que le había dado fama, pero no fue por mucho tiempo cuando se fue a cubrir el conflicto de Indochina, del cual aparecen algunas instantáneas, en los momentos previos a pisar una mina que le causaría su muerte.

Humphrey Bogard y Peter Lorre, Italia, 1953

miércoles, 26 de octubre de 2016

Obras maestras II: El Nacimiento de Venus

Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus, 1484
El estudio del Arte del Renacimiento en 3º de ESO, nos permite analizar con más detalle una de sus obras principales donde podemos observar una serie de características esenciales del estilo. El Nacimiento de Venus fue pintada por Sandro Botticelli hacia 1484 con la técnica del temple sobre lienzo. Tradicionalmente se creyó que formaba pareja con La primavera del mismo autor y era un encargo de la familia Médicis, en concreto para Lorenzo di Pierfrancesco, primo de Lorenzo el Magnífico, para adornar Villa di Castello. Hoy no se está seguro de ello, pero lo que si es cierto es que representa las ideas de la filosofía neoplatónica propia del círculo de este mecenas.


Tras su estancia en Roma para pintar en la Capilla Sixtina, Botticelli creó esta obra maestra. Representa la llegada de la diosa a las costas de Citera, Pafos o Chipre, según las fuentes, y no el nacimiento mismo de ella, a pesar del título. Nació entre las aguas del mar de los genitales del dios Urano (el cielo) cortados por su hijo Saturno. La diosa llega a tierra sobre una concha, su símbolo, e impulsada por el viento, representado por la figura del dios Céfiro, abrazado a su consorte, la ninfa Cloris. Le espera para cubrirla con un manto rojo, la ninfa que representa la primavera, que luce una túnica blanca bordada de acianos. Un ceñidor de rosas rodea su cintura, otras vuelan impulsadas por el viento, son la flor sagrada de la diosa. Sobre los hombros luce una guirnalda de mirto, otra de sus plantas propias, símbolo del amor eterno.


La diosa ocupa la posición central con la postura de la escultura antigua de la Venus Púdica en la que se cubre su cuerpo con las manos, ayudadas por sus largos cabellos dorados. Representa un ideal de belleza clásica construido por un modelo en el que resalta un cuello estilizado y un rostro de mirada distante y ensimismada. La tensión y la energía que Botticelli proporciona al dibujo se muestran sobre todo en las manos y los pies. Las cuatro figuras ocupan casi toda la composición en un gran primer plano. Al fondo se pierde la costa recortada y las aguas del mar en perspectiva. La ninfa Primavera está rodeada de un bosque de naranjos y debajo de sus pies florecen anémonas azules.

Sandro Botticelli, Autorretrato, 1475

La diosa Venus no representa el amor carnal, sino más bien la inteligencia pura o el saber supremo. La significación del cuadro está influida por la filosofía neoplatónica tan cultivada en los círculos intelectuales y literarios protegidos por los Médicis. Las referencias erúditas a la mitología clásica y al arte grecorromano son propios de la pintura del Renacimiento. De la misma manera la recuperación de los ideales de la belleza clásica que tienen en la figura del hombre y a la Naturaleza el modelo a imitar. Sandro Botticelli lo hace en esta obra maestra de la pintura que representa el prototipo de la belleza femenino.

domingo, 2 de octubre de 2016

La fotografía de Bruce Davidson

London, 1960

Bruce Davidson es un fotógrafo norteamericano al que la Fundación Mapfre le dedica una retrospectiva, que representa más de cincuenta años de carrera, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Sus imágenes tratan de represenar la realidad desde una perspectiva humana. Muestra un compromiso ético ante los entornos precarios y vulnerables en los que se desenvuelve la existencia de las personas fotografiadas. Se le puede considerar así como un fotógrafo humanista, que le lleva a documentar los éxitos y los fracasos de lo que se conoce como el sueño americano. El espectador se convierte en un privilegiado al ser testigo de vidas privadas o sumidas en entornos conflictivos a causa de la confianza ganada por el artista con los protagonistas que cooperan con él.


Tiene un estilo peculiar que atiende al detalle con sencillez sin mostrar excesos sentimentales o moralistas. Desarrolla una mirada poética que capta entornos a veces marginales, ausentes en la obra de otros fotógrafos. Trabajó en series que se mantienen a lo largo del tiempo dondo se yuxtaponen imágenes que van conformando en mundo de sus protagonistas. Éstas se encuentran recogidas en la presente exposición, que arranca con la titulada, Los Wall 1955 y termina con Naturaleza de Paris 2005-2006/Naturaleza de Los Ángeles, 2008-2013. Estuvo desde joven en Francia, prueba de ello es la serie, La viuda de Montmartre, 1956. Las series norteamericanas denominadas, El enano, 1958 y Bandas de Brooklyn, 1959, son muy atractivas.

Calle 100 Este, Harlem, Nueva York

En los años sesenta viaja a Europa, Reino Unido, Italia y España, pero en mi opinión las series más interesantes son la que dedica a la luchas por los derechos civiles en ese tiempo, titulada, Tiempo de cambio, 1961-1965 y Calle 100 Este, 1966-1968, que muestra imágenes del llamado Harlem Español. Finalmente destaca el conjunto dedicado al metro de Nueva York, 1980.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Obras maestras de la Phillips Collection

Modigliani, Elena Povolozky, 1917

Desde hace años cuelga en mi casa el cartel de la exposición(1989), que hace tiempo organizó el Centro de Arte Reina Sofía con un conjunto de obras de la Phillips Collection de Washington, que respresentaba el retrato de Elena Povolozky, pintado por Modigliani, todos los días lo contemplo, y ahora este verano, el CaixaForum de Madrid, organiza una muestra de la misma colección, y entre la selección realizada de 60 obras, se incluye ese retrato, la de aquella mujer que financió al artista de origen italiano. La exposición actual con el nombre, IMPRESIONISTAS Y MODERNOS. Obras maestras de la Phillips Collection, reúne, una vez más, como su nombre indica un magnífico conjunto de pinturas de los grandes pintores del siglo XIX y XX.

Degas, Bailarinas en la barra, 1900

Esta riqueza pictórica que permite disfrutar de los mejores autores se debe al mecenazgo y coleccionismo de Duncan Phillips que en 1921 abrió en Washington un museo, el primero que incluiría pintura contemporánea. Este personaje que fue comprando obras año tras año hasta formar el magnífico conjunto que se expone al público, pretendía la creación de un museo íntimo y a la vez un centro de experimentación, es decir, abierto a las propuestas de nuevos autores. De esta manera, mantuvo una relación personal con los autores consagrados, como Pierre Bonnard y Georges Bracque, como otros procedentes del ámbito norteamericano, Georgia O´Keeffe y Arthur G. Dove. Supo en la postguerra mundial descubrir el valor de artistas y estilos del momento, como el expresionismo abstracto, centrado en la figura de Mark Rothko, al que dedicó una sala propia.

Henri Matisse, Interior con cortina egipcia,  1948

La esposición está organizada para mostrar en diferentes secciones la evolución de la pintura moderna desde el siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX. Entre ellas destacaría las tres primeras secciones, donde están representados los grandes nombres de la historia de la pintura. Sobresale La pequeña bañista de Ingres, las obras de Honoré Daumier y de Courbet, el Autorretrato de Paul Cezanne, las pinturas impresionistas de Claude Monet, Sisley, y sobre todo, de Degas, cuya pintura de bailarinas constituye la imagen de la exposición. En una sección se reúnen las obras de Picasso, de Bracque, Modigliani, Juan Gris, y Henri Matisse, sin duda, uno de los mejores espacios de la muestra. Finaliza la exposición con un grupo de expresionistas abastractos, entre ellos, Rothko, Morris Louis, Pollock y Guston.

Ingres, La pequeña bañista, 1826

miércoles, 31 de agosto de 2016

El V centenario de El Bosco

El Jardín de las Delicias
El Museo del Prado organiza la extraordinaria muestra, EL BOSCO. LA EXPOSICIÓN DEL V CENTENARIO, que reune casi todas las pinturas y dibujos conservados del artista. La institución madrileña era el lugar adecuado para la celebración de la muerte de Jheronimus van Aeken (h. 1450-1516), conocido en España como el Bosco porque en nuestro país se conservan piezas capitales de su producción al ser el rey Felipe II, gran admirador del pintor que llegó a coleccionar un gran número de obras de su mano. El artista vivió y alcanzó fama en su ciudad de nacimiento, ´s-Hertogenbosch, una ciudad al norte del ducado de Brabante, en la actual Holanda.

Las tentaciones de San Antonio Abad
La exposición se divide en siete secciones de carácter temático ante la dificultad de establecer una cronología para cada una de las obras. El Bosco y ´s-Hertogenbosch es la primera de ellas que nos presenta al propio artista con un retrato en grabado de Cornelis Cort y su contexto, las pinturas de la plaza del mercado donde vivió, obras de artistas que trabajaron en la ciudad en aquella época o desarrollaron su labor en esos años, especialmente centrada en el tríptico del Ecce Homo, pintado por el taller de nuestro pintor para Peter van Os, notario y secretario del ayuntamiento, así como miembro de la cofradía de Nuestra Señora donde formaba parte también El Bosco.

La Adoración de los Magos
La segunda sección se titula, La infancia y la vida pública de Cristo, organizada entorno al Tríptico de la Adoración de los Magos, donde una de las claves del autor se manifiesta con claridad al expresar la corriente cristiana de la Devotio Moderna, que trataba de transmitir el mensaje de la imitación de Cristo. La sección más numerosa corresponde a Los santos, entorno a otro gran tríptico el de las Tentaciones de San Antonio, aunque hay otro significativo, el dedicado a santa Wilgefortis, venerada en los Países Bajos. El culto a los santos tiene un gran auge en aquellos tiempos como protectores y ejemplos para el fiel frente a las tentaciones.

Carro de heno
La siguiente sección se titula, Del Paraiso al Infierno, centrada entorno al tríptico, Carro de heno, que se completa con otras obras que tienen estos temas representados en las tablas laterales. El Bosco le da un significado moralizante al presentar al hombre de cualquier clase social dejándose llevar por los bienes materiales y los placeres de los sentidos. Ilustra los ejemplos a evitar para no condenarse eternamente, siguiendo el procedimiento de los exempla contraria, no los ejemplos del bien. La siguiente sección se entiende en la misma línea, la del mal que tienen que evitar los hombres, y se centra en el tríptico de El Jardín de las Delicias, comisionado por Engelbrecht II, conde de Nassau, gobernador de los Países Bajos y consejero de Felipe el Hermoso. También miembro de la cofradía de Nuestra Señora. Representa en el sentido anterior, también el mal en un falso Paraíso, el de la lujuria, cuyos placeres proporcionan una felicidad efímera.

Mesa de los pecados capitales
El mundo y el hombre: Pecados Capitales y obras profanas, constituye la penúltima sección, cuya obra más importante es la Mesa de los pecados capitales, aquellos que debe evitar el ser humano en su camino por la vida. El recorrido finaliza con la sección titulada, La Pasión de Cristo, donde su figura se convierte en referente para el creyente y propiciadora de la oración y la vida ascética. Dos obras destacan, Tríptico con escenas de la Pasión, del Museo de Bellas Artes de Valencia, y Cristo camino del Calvario, del Monasterio de El Escorial. Tras la visita, la obra de El Bosco, muestra un claro mensaje dentro de las corrientes espirituales del cristianismo de finales del siglo XV, un claro desprecio del mundo, al que él aporta una iconografía revolucionaria, que dejará numerosos seguidores e imitadores.

La extracción de la piedra de la locura
Su fama ha llegado hasta la actualidad por dicha iconografía, donde la mayoría de sus claves se han perdido a lo largo del tiempo. Se le comparó con la manera de representar los sueños del movimiento surrealista de comienzos del siglo XX. Hoy perdura como un estilo revolucionario que supo partir de los grandes ejemplos precedentes para romper con una técnica pictórica renovada.

lunes, 29 de agosto de 2016

De Caravaggio a Bernini

Caravaggio, Salomé con la cabeza del Bautista, 1607
En el Palacio Real de Madrid se celebra la magnífica exposición, De Caravaggio a Bernini. Obras maestras del Seicento italiano en las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional. Supone un espléndido recorrido por las distintas escuelas de pintura italiana conservadas en los palacios de la monarquía hispana. Desde el siglo XVII, los reyes aquirieron obras de esa nacionalidad para decoración y por su gusto personal. Los nobles y virreyes sabedores de este favor hacia la pintura les regalaron a su vez pinturas. También los gobernantes de los estados italianos les hicieron regalos como los monarcas de la Casa de Borbón siguieron engrosando las colecciones, destacando Felipe V, Isabel de Farnesio y Carlos IV.

Guido Reni, Conversión de Saulo, 1621

Esta rica muestra se compone de esculturas y pinturas que han sido de nuevo estudiadas y restauradas para la ocasión, lo que ha provocado el cambio de algunas atribuciones. Todas forman un conjunto de primera magnitud ahora accesible para el público y los investigadores, pues muchas de ellas no forman parte del recorrido de la visita pública. Tienen un sobresaliente valor artístico e histórico, y prácticamente la mitad de ellas se muestran al público por primera vez. Están organizadas en cuatro grandes apartados: I. De Bolonia a Roma; II. Caravaggio, de Roma a Nápoles, de Nápoles a España; III. El Cristo Crucificado de Bernini para Felipe IV; y IV. Esplendor barroco. Grandes palas de altar en las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional.

Guercino, Lot y sus hijas, 1617

La escuela napolitana es la más representada en las Colecciones Reales, explicado por el gobierno español de ese trerritorio. Sin embargo, la visita de la exposición, por el cúmulo de obras maestras, nos permite hacernos una idea de la escuela clasicista, la originada en Bolonia, y la escuela naturalista, la que crea Caravaggio, propias del estilo barroco. De la primera tenemos pinturas de Guido Reni, como la extraordinaria, Conversión de Saulo, (1621); del Guercino, Lot y sus hijas, (1617); y Giovanni Lanfranco, Triunfo de un emperador romano con dos reyes prisioneros, terminado en 1633 por encargo de Felipe IV, para el palacio del Buen Retiro.

Velázquez, La túnica de José, hacia 1631

El visitante puede disfrutar también de La túnica de José de Diego Velázquez, que fue pintada al término del primer viaje a Italia junto a la Fragua de Vulcano y que decoraba ese palacio en 1634. Sin duda, en la exposición llama la atención la obra original de Caravaggio, Salomé con la cabeza del Bautista, pintada hacia 1607, en la primera de sus estancias en Nápoles. Se confronta con una pintura de Fede Galizia titulada Judit con la cabeza de Holofernes, que nos destaca lo revolucionario del estilo naturalista del primer maestro. Durante la primera mitad del siglo XVII, la escuela local estuvo dominada por el valenciano José de Ribera, del cual se exponen un conjunto de obras, entre las que sobresale el famoso, Jacob y el rebaño de Labán, una pintura en la que la paleta riberesca se abre a la luminosidad, el colorido y la libertad de pincelada propia de la corriente neoveneciana.

Ribera, Jacob y el rebaño de Labán, 1632

Sus pinturas se confrontan con dos obras del napolitano, Luca Giordano, La burra de Balaam y Job en el muladar, en la que éste emula el estilo del valenciano. De esta forma, continuará su pintura y también será uno de los intérpretes del barroco ilusionista en la decoración al fresco. Su fortuna en nuestro país culminará con su llegada a la corte de Carlos II en 1692, en gran medida para decorar el monasterio de El Escorial. La obra escultórica más importante de la exposición es el Cristo Crucificado de Bernini que Felipe IV encargó para el Panteón Real de ese monasterio, y es la única de su mano para fuera de Italia que llegó a su destino. Un hecho que se produjo hacia 1655, y fue sustituido por un crucifijo de Domenico Guidi, de menor calidad, pero más dramático, siguiendo un modelo de Alessandro Algardi.

lunes, 18 de julio de 2016

Dibujos españoles en Florencia

José de Ribera, Noli me tangere
Los pintores españoles fueron magníficos dibujantes, sin embargo sus dibujos se perdieron o no se conservaron a lo largo del tiempo. Este hecho se explicó por la carencia de coleccionistas hispanos que los reuniesen, o también, que muchos de ellos se fueron deteriorando por el uso intenso en los talleres y en las academias, unido a lo anterior. Es una parte sustancial del trabajo del artista, la parte más cerebral o intelectual, antes de llevar una historia o un retrato al lienzo. Pueden considerarse como obras de arte en sí si nos fijamos en las diferentes técnicas que se emplean en ellos antes de darles por terminado. 


Alonso Cano, Venus y sátiro

Existen grandes colecciones de dibujos fuera de España. Una de los más importantes corresponde a la Galería de los Uffizi en Florencia, donde confluyeron dos colecciones del siglo XVIII y XIX. La exposición que organiza ésta, mas la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando nos muestra una selección del riguroso proyecto de investigación llevado a cabo en los fondos de la galería florentina para estudiar y atribuir los ejemplos españoles muchos de ellos clasificados erróneamente a otras escuelas. El resultado es esta interesante exposición  y un relevante catálogo con ejemplos desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII donde se muestran obras originales con otras relacionadas o con los cuadros concretos a los que dieron lugar.

Meléndez, Retrato de muchacha

La exposición IL SEGNI NEL TEMPO. DIBUJOS ESPAÑOLES DE LOS UFFIZI, reune un conjunto de ciento veintinueve obras que nos proporcionan una visión complementaria de artistas que desconocíamos su importante labor dibujista como Alonso Berruguete o Luis de Vargas. De otros, su fama fue imperecedera, como la de José de Ribera o Alonso Cano, y que en la muestra queda ratificado. Sorprende el numeroso conjunto de autores relevantes, y no tanto de la escuela madrileña del siglo XVII, especialmente de Francisco Rizi. El dominio del color durante el estilo barroco no desmereció el trabajo con el dibujo. Los tratadistas de arte, Francisco Pacheco y Vicente Carducho destacan con significativos ejemplos. Entorno a los centros políticos y artísticos de Madrid y Sevilla, se organizan los conjuntos, sin olvidar a Valencia.

martes, 12 de julio de 2016

La fotografía de Vivian Maier

Autorretrato, no datado
Entre las numerosas exposiciones de fotografía que forman PhotoEspaña 2016 destaca una por su calidad e interés, la titulada, VIVIAN MAIER.Street photographer en la Funadación Canal. Significativa porque es la primera gran exposición de esta fotógrafa autodidacta norteamericana, 1926-2009. Compatibilizó su oficio de niñera para dedicarse en sus ratos libres a capturar imágenes en la calle, de dos ciudades, Nueva York y Chicago. Fue una pasión oculta descubierta de forma casual poco antes de morir la protagonista en la indigencia y en el anonimato. Su legado artístico que le ha llevado a la fama está formado por más de 120 mil negativos, cinco millares de imágenes impresas y más de dos mil rollos de película sin revelar.

San Francisco, 1955

Su fama la muestra como una de las mayores referentes de la fotografía de calle. A lo largo de su vida se propuso capturar imágenes de lo banal, de los acontecimientos mínimos de la realidad cotidiana, con una mirada de gran calidad y sutileza. En ellos encuentra la belleza, plasmada en la fracción de segundo de su disparo. Los años 50, 60 y 70 quedan reflejados en sus fotografías y películas, y que ahora, la exposición madrileña nos muestra, organizados en seis apartados, Infancia, Retratos, Formalismos, Escenas de calle, Autorretratos y Fotografías en color. Como se observa, la autora le interesaba sobre todo el acto de fotografiar, concebido como su forma de relacionarse con la gente.

New Nork Public Library, 1952

Los niños son sus modelos de las imágenes, a veces furtivas que toma. Ella los comprende muy bien porque se dedica a cuidarles. Algunos los graba además con la pequeña cámara de cine que emplea aprovechando los aburridos, tal vez, periodos de tiempo en los que está con ellos. Sus retratos aparecen de frente y contrapicados de modelos que encuentra de manera fortuita. Algunos son robados por así decirlo, otros se muestran voluntarios, aunque sea en el asiento de una estación de tren, en un rincón perdido de la gran ciudad. Igualmente le interesan las estructuras, los volúmenes y las formas buscando el equilibrio compositivo con encuadres a menudo frontales.


En la calle no le interesa captar lo excepcional, sino lo cotidiano que ve en los barrios populares, aunque hay excepciones. Mantiene la distancia, no participando en las escenas que fotografía, con el fin de sacarlo de su contexto. Muy interesante, por otra parte, es la insistencia en descubrir su presencia oculta tras las fotografías, al realizarse continuos autorretratos a base de fotografiar espejos, reflejos y sombras en las que aparece ella con su cámara. El resultado es excepcional y su fama póstuma merecida. Técnicamente empleó principalmente el blanco y negro utilizando una máquina Rolleiflex. Luego con la cámara Leica empezó a utilizar el color, que ella valoraba en sí mismo y le servía para jugar con la imágenes resultantes.

domingo, 19 de junio de 2016

Ceán Bermúdez, historiador del arte ilustrado

Ceán Bermúdez, Goya, 1786

La Biblioteca Nacional de Madrid organiza una pequeña y significativa exposición titulada, CEÁN BERMÚDEZ. Historiador del arte y coleccionista ilustrado. En un breve recorrido el visitante puede hacerse una idea de la importancia que tuvo el personaje para el conocimiento del arte español. Puede considerársele el precursor de la historiografía artística española desde el punto de vista racional, científico e ilustrado. Formó parte de un conjunto de defensores de esta corriente europea de finales del siglo XVIII a comienzos del siglo XIX, entre los que se encontraban, Jovellanos, su mentor, Moratín, Iriarte, el mismo Goya, y otros tantos, que pretendieron situar a nuestro país a nivel continental.

Jovellanos, Goya

La exposición se organiza en nueve secciones con materiales provenientes principalmente de la propia biblioteca: Apuntes biográficos; Imprescindible Sevilla; El Diccionario; Ceán y la Arquitectura; Obras crepusculares; Artistas, nuevos héroes para una nueva época; la biblioteca; Coleccionista de dibujos; y Coleccionista de estampas. Un recorrido que nos informa primero de su empleo al servicio del despotismo ilustrado de la dinastía borbónica. Ceán compaginará la erudición y una gran capacidad de trabajo dentro de la investigación en el ámbito de la Historia del Arte. Fruto de esta labor es el famoso Diccionario histórico de artistas españoles, publicado en seis volúmenes, aunque sin los grabados proyectados por Goya.

Ceán Bermúdez, Goya, 1785

La gran contribución de Ceán no se centra sólo en el diccionario por el que es más conocido, terminaría el libro de Eugenio Llaguno, Noticias de los arqutectos y arquitectura en España y realizó en el ámbito de la arqueología, el Sumario de las antigüedades romanas que hay en España. Aunque en Sevilla se había ocupado de la pintura de esa ciudad y sobre la vida y la obra de Murillo, no se quedaría en esto, sino que escribiría una Historia del Arte de la Pintura, la primera en su género en castellano y sin comparación a nivel europeo. En once volúmenes estudia la evolución de la pintura en las principales escuelas europeas hasta finales del siglo XVIII, reivindicando la española al ponerla a la misma altura. Otras obras importantes al final de su vida son su edición ampliada del Arte de ver en la Bellas Artes del diseño de Francesco Milizia y los 45 comentarios a otras tantas pintura del Museo del Prado.

Las cuatro brujas, Durero, 1497

Artistas, nuevos héroes para una nueva época, es un volumen que reunió una serie de escritos en los que Ceán reivindica la importancia del arte y de los artistas españoles como elementos fundamentales de la identidad nacional. Conocemos las fuentes de su conocimiento. Se conserva un manuscrito de 1820 titulado Papeles inéditos y libros curiosos sobre las bellas artes, donde se anotan 153 publicaciones de diverso tipo algunas en la exposición, que justifican esta enorme erudición. Finalmente, la muestra termina con un conjunto de dibujos y estampas de los más ilustres artistas españoles y extranjeros, que nos informan de su afición y coleccionismo de arte, antesala de lo que podía haber sido una gran conjunto de obras pictóricas, que nunca pudo adquirir.

domingo, 12 de junio de 2016

El examen de Historia del Arte de las PAU

El beso de Judas, Giotto, Opción B, PAU

El día 9 de junio fueron las PAU en lo que se refiere a la materia de Historia del Arte. Como sabemos presenta dos opciones formadas por cuatro preguntas similares. Un tema, el comentario de una lámina, la definición de términos y ejemplos de obras y autores, la menos valorada. En esta edición, las dos han presentado una de las cuatro cuestiones más importantes del examen, un enunciado referido a la Edad Media. La opción A, al presentar el tema de La pintura románica en España, y la opción B, al incluir una lámina de pintura gótica, en este caso, El beso de judas de Giotto, de la capilla Scrovegni de Padua, aunque es  más conocida dentro del mismo ciclo, El lamento sobre el cuerpo de Cristo muerto. En general, me ha parecido más equilibrada la segunda. Igualmente de ésta, el tema versaba sobre La arquitectura barroca en Italia, un contenido más relevante del programa.

El pensador, Rodin, Opción A, PAU

La opción B, por tanto, se ha centrado en el arte italiano, gótico, con proyección renacentista, siguiendo la figura de Giotto, y en la arquitectura barroca. En cambio, la opción A, ha combinado, pintura románica española, con una escultura del artista francés, Rodin, el famoso Pensador, una figura incluída en, Las puertas del infierno, situada entre el siglo XIX y XX. El desequilibrio se compensa con las siguientes cuestiones. En los términos, se enfrenta a Scopas con Gregorio Fernández, una vez más el estilo barroco; Murillo con Miró, el Fauvismo con el Expresionismo, mocárabe con tetramorfos, pilono con mastaba, y escorzo con pronaos. Finalmente, en la pregunta 4, el enunciado de los cuatro arquitectos del Renacimiento me parece más asequible y general que los cuatro ejemplos de escultura romana de la opción B.