jueves, 26 de enero de 2017

La intimidad en Renoir

Mujer con sombrilla en un jardín, 1875
Este mes de enero hemos disfrutado todavía de la exposición organizada por el Museo Thyssen titulada, RENOIR. INTIMIDAD, una pequeña retrospectiva compuesta por 78 pinturas del famoso artista francés del grupo impresionista. A través de ocho salas y seis bloques temáticos, el espectador se ha podido hacer una idea, hasta cierto punto diferente de lo que fue su obra. La perspectiva que refuerza la exposición, se centra en mostrarla como próxima al espectador, que te invita a participar en la escena representada, ya sea un paisaje o un retrato. Dicha cercanía supondría el contacto físico, frente a la contemplación visual de Monet. Lo que hacen los personajes representados, a veces, y los deseos que las pinturas despiertan en el espectador. 

El paseo, 1870
Este carácter empático de la pintura de Renoir se relaciona con las interpretaciones conocidas sobre ella que exaltan la alegría de vivir por medio de la representación de escenas amables llenas de sensualidad, un carácter aliado de la empatía, de la necesidad de tocar y de ser tocado. El espectador hace un recorrido, por tanto, en la exposición, entrando en contacto con los ejes temáticos de su pintura. Arranca en la sección titulada, Primeras obras, para llegar pronto al bloque titulado, Impresionismo: lo público y lo privado, que reúne los cuadros que le identifican con el famoso grupo iniciado en 1869, del que hace esa interpretación doble, centrada en el paisaje y en los grupos humanos.

Madame Thurneyssen, 1910
A partir de la Tercera Exposición Impresionista, Renoir, se distanció de los impresionistas para dedicarse al retrato de encargo, especialmente de señoras y niños, buscando el éxito social y comercial. La siguiente sección se denomina Placeres cotidianos, y muestra su pintura de género centrada en la mujer, habitualmente joven, sola o con otras mujeres en un interior, entregada a alguna actividad personal. El artista no se olvida del paisaje, sino que vuelve a él como descanso después de pintar la figura humana, también como esperimentación del color y la pincelada. Son los Paisajes del norte y del sur. 

Ninfa junto al arroyo, 1869-70
Un bloque significativo constituye el enfocado a las personas que conviven con él, La familia y su entorno. Contemplamos los retratos de sus tres hijos varones y de Gabrielle, una de sus modelos. Finalmente, una de los temas centrales de la pintura de Renoir, desde su juventud, el desnudo femenino. El bloque se titula, Bañistas, y reúne un grupo de ellos que nos recuerdan a los grandes maestros de la historia de la pintura, Miguel Ángel, Tiziano y Rubens, por sus formas monumentales, desproporcionadas, de pequeña cabeza y cuerpo grande.  El recorrido culmina con un pequeño espacio donde la perspectiva de análisis de la pintura del artista alcanza una contemplación más perfecta, en el sentido que se puede apreciar con varios sentidos, el olfato, por las fragancias naturales que se pueden oler, el oido por los sonidos allí recogidos, y el tacto, mediante la reproducción en relieve del cuadro, Mujer con sombrilla en un jardín de 1875.

sábado, 14 de enero de 2017

La fotografía de Toni Catany


El Canal de Isabel II organiza la exposición antológica, TONI CATANY. CUANDO IR ERA VOLVER, que reúne un conjunto significativo de la obra del fotógrafo mallorquí, un artista de la imagen premiado en Francia y España. El título de la muestra parece ya significativo de lo que supone la fotografía para él, una experiencia vital, la vida misma. Las idas y venidas de los numerosos viajes que realizó a lo largo de su vida, por una parte, y por otra, de las experimentaciones realizadas, los proyectos y recuerdos recogidos en las imágenes fotográficas. De ahí que el espectador no se extrañe que sus temas favoritos hayan sido: la naturaleza muerta, el retrato, el desnudo y el paisaje. Su fotografía no trata, por tanto, de captar un momento fugaz e instantáneo de la realidad, sino uno estático, a la manera antigua.


El fotógrafo reunía los objetos de sus numerosos viajes, y en su estudio luego los recreaba a modo de pintura, de ahí que se haya hablado de la perspectiva clásica y neopictorialista de su obra. Sin embargo poseé una mirada moderna, en tanto que dichos objetos se descontextualizan para dialogar con el presente. Lo mismo sucede con las técnicas que experimentó. Llegó a emplear el calotipo inventado en 1839 por William Fox Talbot, y otros procedimientos del siglo XIX, como las técnicas más actuales, asociadas a la tecnología digital. Se puede decir que realizó viajes físicos desde el Mediterráneo hasta el resto del mundo, y dentro de su estudio, entre el pasado y el presente. Trató de encontrar el objetivo más elemental del arte, la belleza y la armonía.


Toni Catany en su búsqueda y experiencia artística nos ha dejado numerosas imágenes de aquellos lugares donde se encontraba la belleza, puertas, calles paredes, nichos, a veces con vestimentas caídas, combinando colores o texturas, que comunican sus emociones y sentimientos al espectador. Éstos se encuentran, igualmente, en numerosos retratos de sus gentes convertidos en auténticos objetos artísticos. Así pues, hace emerger el arte de lo cotidiano, de los vínculos que se pueden establecer entre materiales dispares o próximos de su entorno. Su fotografía se resume en una  expresión de la vida y de sí mismo a través de sus sentimientos y obsesiones.