domingo, 31 de diciembre de 2017

Henri de Tolouse-Lautrec y Pablo Picasso

En un reservado, 1899, Tolouse-Lautrec, frente a La espera(Margot), 1901, Picasso

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza organiza la esposición PICASSO/LAUTREC, que reúne un conjunto de dibujos, pinturas y grabados para analizar la influencia del pintor francés sobre el artista español. Un conjunto importante de obras de la última década del siglo XIX del primero, y de entre 1900 y 1905 del segundo. No se conocieron personalmente a pesar que vivieron los mismos ambientes en el barrio parisino de Montmartre porque coincidió con los últimos años de la carrera de Lautrec antes de su muerte en 1901, mientras el joven Picasso, comenzando la suya, era un recién llegado procedente de Barcelona. 

La pelirroja con blusa blanca,1889, Tolouse-Lautrec, frente a Mujer con flequillo, 1902, Picasso

La muestra plantea un recorrido dividido en cinco secciones donde se encuentran las influencias del afamado pintor francés sobre el malagueño: Bohemios, Bajos fondos, Vagabundos, Ellas, y Eros recóndito. A Picasso le impactó de Lautrec la capacidad sintetizadora de su dibujo y su tendencia a la caricatura, además, su pintura se caracterizaba por unos contornos muy marcados, unas formas planas, las perpectivas distorsionadas y los encuadres fotográficos. Por otra parte, en cuanto a los temas, prefiere una mirada profunda del ser humano, desde un estatus marginal para representar la vida moderna. Todo ello dejó una huella significativa en el artista español que perviviría hasta el final de su vida tras siete décadas de trabajo.

Jeanne (Mujer tumbada), 1901, Picasso

El barrio de Montmartre fue incorporado por la ciudad de París en  aquellas fechas, conviertiéndose en un lugar de residencia de la clase trabajadora, de prostitutas, actores, escritores, y artistas. Igualmente allí se localizaban numerosos cafés,  salas de fiesta, como el Moulin de La Galette o el Moulin Rouge, y burdeles. Lautrec vivió en alguno de estos negocios y trabajó para promocionar sus espectáculos, de la misma manera que realizaba su actividad artística. Picasso, de igual forma, se instaló en estos primeros años del siglo XX en este barrio centro de una intensa vida nocturna. La iconografía desarrollada por ambos tiene puntos en común. Las actrices y cantantes del cabaret, algunas muy famosas, como Jane Avril, las veremos representadas, sólo unos pocos años después por el joven Picasso.

Arlequín sentado, 1905, Picasso

En estos bajos fondos se encontraban los promotores del arte moderno, aquellos hombres que difundieron un nuevo lenguaje pictórico como el que hicieron Lautrec y Picasso, que se inspiraron en las mujeres que frecuentaban o trabajaban en los lugares de diversión. La mujer proletaria mal pagada en los barrios periféricos era presa fácil de la prostitución. Lautrec, aunque de familia adinerada, fue personaje marginal por su deformación física, que le llevó a mirar a las mujeres que la ejercían con ternura y empatía. Tuvo siempre una visión cotidiana, y las presentaba sin establecer juicios morales como personas normales. Por otra parte, la representación del mundo del circo los emparentó otra vez. Los protagonistas de estos espectáculos pertenecían, igualmente, a un mundo marginal, que daba preminencia al cuerpo y a lo gestual. La utilización del disfraz y su actitud fuera del concepto de orden aceptado por la sociedad les aproximaba a la actividad artística.

Picasso en La Californie

Finalmente, ambos pintores, llegaron a representar el erotismo del desnudo femenino, propio de los ambientes de burdeles. Picasso mantendría el tema universal del sexo a lo largo de su carrera, y especialmente, a final de su vida, lo recupera, en este caso con unas formas de los desnudos excesivas y las acciones mostrando una sexualidad feroz. Siempre valoró, por tanto, la influencia de Toulouse-Lautrec, hasta el punto que en una fotografías tomadas por Edward Quinn en La Californie, una residencia de Picasso en Cannes, entre 1955 y 1961, siempre aparece invariablemente la fotografía que Paul Sescau tomó del pintor francés en 1894 junto al tapiz(1958) de una de sus obras más emblemáticas, Las Señoritas de Aviñón, realizada en 1907.