sábado, 7 de febrero de 2015

La pintura del Quattrocento: La perspectiva

Batalla de San Romano, Paolo Ucello, 1450, Londres
Una de las características más definitorias de la pintura del Quattrocento es la aplicación de la perspectiva geométrica. Esta estructura matemática de organización de los elementos pretende incrementar la profundidad, la tercera dimensión en la superficie bidimensional. Un consumado experto en la aplicación de la técnica fue el pintor, Paolo di Dono, llamado Uccello (c.1397-1475), que realizó entre los numerosos encargos que recibió, unos cuadros para decorar en la década de 1450 el Palacio Médici de Florencia. Uno de ellos es la llamada Batalla de San Romano que conmemora la victoria sobre los sieneses en 1432. Esta obra hoy se encuentra en la National Gallery de Londres.


Punto central del cuadro
La perspectiva se aplica al cuadro con verdadero rigor. El conjunto aparece ante el espectador un tanto esquemático y artificioso. El punto de fuga se sitúa en la mano de la figura central, la del comandante en jefe de las tropas florentinas, Niccolo da Tolentino. Las lineas ortogonales convergen en el mismo, creadas por los fuertes escorzos de las figuras, las lanzas y los caballos. En el fragor de la batalla las figuras del primer plano son más grandes que las del fondo, que en sucesivos niveles delimitados, llegan hasta él. Así, el cercado de flores y la vegetación sirven para marcar la media distancia. De todas las maneras, el cuadro estaba pensado para ser visto desde abajo, con el extremo inferior a unos dos metros del suelo, lo que obligó al artista al diseño específico  de las figuras que configuran un primer plano muy estrecho.

Escorzos

El artista pretende también la representación del movimiento y la captación más precisa del natural. Sin embargo, el resultado parece más bien una estilizada y fantasiosa escena, donde los violentos movimientos de los caballeros se han congelado y los animales parecen de carrusel, dando la impresión de un tapiz. Los estandartes, la decoración de oro repujado de los arneses, el sombrero del comandante, confieren a la batalla un aspecto de justa. Uccello pinta con detalle el paisaje donde las escaramuzas continúan. El paso del tiempo ha apagado los colores que ha reducido el contraste con que aparecieron alguna vez, lo que ha venido en demérito de la apreciación de una de las obras fundamentales del periodo.

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