sábado, 15 de junio de 2024

El arte de Erwin Olaf


 

Una de las exposiciones más destacadas de PhotoEspaña 2024 corresponde al fotógrafo holandés, Erwin Olaf, que lleva como subtítulo, Narrativas de emancipación, deseo e intimidad. Una amplia retrospectiva que reúne 185 fotografías, una veintena de vídeos y videoinstalaciones, desplegada en los espacios del Centro Fernán Gómez. Una muestra que es un rendido homenaje al artista que el pasado año falleció de una enfermedad pulmonar. También, un auténtico In Memoriam a través de su obra y sus propias opiniones escritas en las paredes. Una obra que el visitante encuentra sin un orden cronológico, sino temático, que nos informa de la calidad y fama del autor. Un artista que se debate constantemente entre la imagen estática y en movimiento. 



De acuerdo al título de la exposición, ésta se articula en tres aspectos según la dirección de su práctica artística: la emancipación (el cuerpo político), el deseo (el cuerpo sensual) y la intimidad (el cuerpo afectivo), y más concretamente, en series temáticas entre los años ochenta y 2020. Identifican, antes que todo a un artista comprometido con las reivindicaciones de su tiempo: la identidad, el género, la raza, la sexualidad, el multiculturalismo y la ecología. En consecuencia, las obras se presentan en tres capítulos, una introducción y un epílogo, que no dejan impasible al espectador. Un conjunto de poderosas imágenes artísticas, elaboradas o teatralizadas, donde los protagonistas se muestran estáticos la mayoría de las veces en las más diversas poses.



El primer espacio de introducción se dedica a sus autorretratos desde hace cuarenta años. Una forma de hablar de sí mismo. El capítulo 1 lleva por título, así,  Emancipación, que reúne obras de compromiso social. Un compromiso que desde su inclinación sexual, pone el foco de atención en la piel de los cuerpos desnudos mas que en la pasión. Tiene aversión a un arte explícitamente político que le limitaría estéticamente. En la serie Grief (Pena) coreografía la emoción, el momento en el que el pueblo norteamericano recibe la noticia de la muerte de Kennedy.  



Por otra parte, el fotógrafo considera que vivimos en un mundo cambiando rápidamente y cómo carecemos de respuesta, estamos paralizados. De esta forma, sobresalen dos series, Berlín, en la que nos lleva al mundo de entreguerras con la cual nos parecemos tanto; e Im Wald (En el bosque) donde confronta el poder de la naturaleza y la arrogancia humana. Para ello se inspira en El caminante sobre el mar de nubes del pintor romántico, Caspar David Friedrich, donde él mismo se fotografía contemplando la finitud más que el futuro. Emplea en este caso el blanco y negro, frente al color, más empleado por el artista, porque reduce la imagen a su esencia.



El capítulo 2 se titula Deseo. El espacio tiene las paredes rojas y reúne obras relacionadas con la sensualidad, la sexualidad y el mito (el cuerpo sensual). El espectador se encuentra con esculturas que interaccionan con fotografías y vídeos. También nos encontramos con una videoinstalación en el centro sobre la idea que cuando hablamos del cuerpo desnudo nos referimos a gente joven, pero en las personas ancianas pervive el deseo, e igualmente el atractivo de sus cuerpos. El capítulo 3 se refiere a la Intimidad, a obras relacionadas con los afectos y los sentimientos. Trata de la relación del artista con su madre en la serie, Separación, o la alienación y el aislamiento del individuo en una megalópolis, en Shanghái. Finalmente, el recorrido termina con Epílogo, que expone la serie April Fool 2020, que es un llamativo autorretrato de Erwin Olaf durante la pandemia Covid-19, donde nos recuerda la fragilidad de nuestro mundo. En ese figurado Día de los Inocentes, narra la ansiedad de la gente jamás vivida, el sentirse como un bufón a quien nadie presta atención y el hastío que supuso el interminable encierro.



lunes, 10 de junio de 2024

La fotografía de Consuelo Kanaga


 

La Fundación Mapfre de Madrid presenta la exposición, CONSUELO KANAGA. ATRAPAR EL ESPÍRITU, que constituye una retrospectiva de esta fotógrafa norteamericana pionera de la modernidad, que reúne un gran número de copias de la época y publicaciones relacionadas con su labor profesional, provenientes del Museo de Brooklyn, donde está depositado su archivo. Aprendió la fotografía de forma autodidacta cuando escribía en el periódico San Francisco Chronicle  como complemento de sus textos. Luego sería su principal actividad, convirtiéndose en una de las primeras mujeres fotoperiodistas. Supo relacionarse con el mundo del arte, y dentro de éste, con movimientos de vanguardia de la imagen como los grupos f.64 y el Photo League. A principios de la década de los 20, complementaría su trabajo en la prensa con un estudio dedicado al retrato, género que se convertiría en principal foco de su actividad artística. De esta manera, se mantendría a sí misma y a sus parejas con la realización de retratos en la que destacaría con especial maestría. De hecho, constituyen el mayor número de las fotografías conservadas en su archivo.




El retrato le permite a Kanaga la experimentación con la imagen para realzar la capacidad expresiva mediante la pose, el recorte, la iluminación y la impresión. Rostros de retratados con las manos cerca, sobreexpuestos o subexpuestos, con fuerte contrastes de luces y sombras. Por otra parte, la fotógrafa fue una artista comprometida con la justicia social, la igualdad, la solidaridad, en favor de los derechos laborales y contra el racismo tan extendido por su país. Tras su viaje por países como Francia, Italia, Alemania, Hungría, y Túnez, fotografiando monumentos y sus gentes, se comprometió con la realidad social norteamericana en plena ebullición por los efectos de la Gran Depresión de los años 30. En esta época participó en el movimiento Nuevo Negro, que le llevó a colaborar en la redefinición y la celebración de la identidad afroamericana, a través de la realización de retratos de personalidades destacadas en la poesía, música y las artes plásticas.




Fruto de sus inquietudes, también participo en el movimiento de la fotografía obrera en esos años cruciales de entreguerras. De esta manera, en Nueva York, realizaría fotografías para publicaciones de izquierdas para fomentar la solidaridad de los trabajadores, frente a la reproducción de los valores de las clases acomodadas. Además, Kanaga fue un gran apoyo para muchas mujeres fotógrafas como Dorotea Lange, Berenice Abbot, Imogen Cunningham, Louis Dahl-Wolfe y Tina Modotti, entre otras, cuya fama ha perdurado más, a pesar de la inspiración mutua, porque ella no atendió tanto a su carrera profesional, como a la relaciones con quien apreciaba dentro y fuera del medio o sus circunstancias personales.



 A pesar de todo, en 1948 fue incluida en la exposición In and Out of Focus en el MOMA, con una fotografía que representaba el entorno natural de su nueva casa. Nunca olvidó su compromiso en captar la dura realidad de los afroamericanos en sus viajes al sur de los EEUU, hasta principios de la década de 1960, y su participación en libros como Prison Notes, de la escritora Barbara Deming. De todas maneras, la actividad fotográfica de Kanaga, disminuyó en las dos últimas décadas. Una actividad que compatibilizaba las necesidades económicas a jornada completa y la práctica del arte los fines de semana.



miércoles, 5 de junio de 2024

El ¨Ecce Homo¨ de Caravaggio recuperado

El Museo del Prado mostrará durante nueve meses uno de los descubrimientos más importantes de la historia del arte de los últimos años, un Ecce Homo de Caravaggio, que iba a ser subastado en la sala Ansorena de Madrid como una obra del círculo de Ribera, por el precio ridículo de salida de mil quinientos euros, cuando ha sido vendido recientemente por treinta millones de euros, a pesar que ha sido declarada inexportable y Bien de Interés Cultural. Provenía de la familia Pérez de Castro, de uno de sus miembros coleccionista e ilustrado, redactor de la Constitución de 1812. La obra la cambió por otra a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y proviene de las colecciones de Felipe IV. Su origen se encuentra en Nápoles, adquirida por el virrey de ese reino.

Los barnices y el polvo acumulado parece que no dejaban mostrar su auténtica valía. El museo del Prado la expone tras la minuciosa y precisa restauración internacional, primero, en una sala específica, oscura, que resalta las luces y sombras propias de la pintura, y luego, se dice, junto a sus colecciones. De su contemplación se puede destacar que causa impacto en el espectador. Sin duda, es una obra superior, llena de matices, poderosa, de la mano singular de un gran maestro como Caravaggio, en pleno apogeo de su estilo, más libre y seguro. Un tema muy repetido al que el artista proporciona un dramatismo y un sentimiento pronunciado.  

El grupo de figuras parece que se asoma a una ventana. En primer plano, Pilatos pronuncia la frase célebre del Evangelio. Tiene una postura girada, pues mira al público, mientras los brazos se vuelven a Cristo en segundo plano con la cabeza caída y los ojos cerrados por el dolor de la corona de espinas desde donde cae la sangre con naturalidad. Detrás, un soldado con la boca abierta y mirando a la masa que pide justicia. La restauración ha logrado resaltar los más mínimos matices de luz y color. Sus dos manos abren un manto rojo como la sangre que expone el cuerpo desnudo. El tamaño de la obra es la ideal, ni pequeña, ni demasiado grande, llena de armonía y extraordinaria belleza. Se afirma que siempre va a estar de cara al público. Sería lo más acertado por la calidad superior que muestra y el sentimiento que transmite. 

Un bodegón de Francisco de Zurbarán


 

El Museo del Prado presenta como obra invitada el Bodegón con cidras, naranjas y rosa de Francisco de Zurbarán. Pertenece a la Norton Simon Foundation de Pasadena. Tiene como particularidad que es la única naturaleza muerta del autor firmada e incluso fechada en 1633. La expone el museo en la sala dedicada al autor junto al Agnus Dei y al Bodegón con cacharros, que pertenecen al mismo género y fecha, cuando el autor se dedicó a un tipo de pinturas autónomas de tamaño mediano o pequeño, que le permitían explorar nuevos temas y ampliar la clientela, frente a los grandes encargos de instituciones religiosas sevillanas. Corresponde a un periodo de apogeo y madurez del artista.

La obra invitada brilla por su perfección exquisita, por su estudio de la escala, la precisión descriptiva y la composición, organizada en tres planos, a partir de una mesa en cuya superficie se encuentran un plato metálico con cidras; una cesta con naranjas con sus hojas verdes; y otro plato metálico con una taza de loza blanca y una rosa. El artista demuestra su maestría en la organización de las distancias exactas entre los elementos, así como en la captación de las texturas, ayudada por una luz natural que produce sombras. El orden riguroso, los contrastes lumínicos, inspiran al espectador serenidad y a la vez humilde solemnidad en un profundo silencio. Se ha sugerido la posibilidad que la naturaleza muerta oculte un sentido sagrado.

viernes, 31 de mayo de 2024

La pintura de Isabel Quintanilla


 

El Museo Thyssen de Madrid presenta la exposición, EL REALISMO ÍNTIMO DE ISABEL QUINTANILLA, la primera retrospectiva de esta artista en España, pues su reconocimiento se produce antes en Alemania, donde participó en la Documenta de Kassel de 1977. De allí proceden la mayoría de las obras de esta muestra. Pertenece al grupo de los realistas de Madrid, formado por cuatro mujeres y tres hombres, que se formaron juntos y se casaron entre ellos. Las mujeres en este grupo ocuparon un lugar destacado, al que rinde homenaje la exposición junto a la protagonista. Sin embargo, el contexto político y social de la dictadura, no fue propicio para ello. Un contexto que relegaba a la mujer a las tareas domésticas, y luego el apoyo al informalismo frente al estilo realista de la pintura. Isabel Quintanilla mostró pronto su talento para el dibujo y la pintura. Junto a su marido, el escultor Francisco López, que había recibido una beca en la Academia Española de Roma, pasan cuatro años en la Ciudad Eterna, tiempo de formación y experiencias. En ella, igualmente, pesan las ausencias, las de su padre, militar republicano que murió preso, la de su madre, que se ganaba la vida con la costura para salir adelante.



Su talento es evidente para el dibujo y la pintura. Trata de captar con precisión los objetos y la naturaleza al mínimo detalle, y bajo la influencia de una luz cambiante, sin ocultar el paso del tiempo sobre ellos. Su estilo, por tanto, es realista, sin pretender emular la fotografía. Las citas de la novela de Rafael Sánchez Ferlosio en la exposición, nos dan una pista en captar lo cotidiano, una realidad que esconde, de todas maneras diferentes significados. La presencia humana está ausente, pero se alude a ella, sin duda, la propia artista y su familia, que habita los espacios y utiliza los objetos. Por eso se dice que es una pintura íntima, en la que participa la artista desde el punto de vista emocional. Pinta bodegones a la manera clásica, pero situados en la época contemporánea: un vaso de Duralex con flores y otros recipientes que exhiben su marca comercial, a la manera Pop. Fascinan los interiores de puertas abiertas que dejan entrever los espacios. También cuando miran por la ventana al jardín del patio, un tema recurrente. En los patios prima el recuerdo de su estancia romana, bajo la influencia de las villas antiguas. Por otra parte, algunos objetos de esos interiores aluden a la actividad artística de su habitantes.




Isabel Quintanilla pinta igualmente paisaje, natural y urbano. Entornos que conoce y habita por su experiencia personal, como son los de la Comunidad de Madrid y Extremadura. Realiza, entonces, perspectivas que se pierden en el horizonte, según su propia atmósfera. Las urbanas, de la capital de España y de Roma, son realizadas desde una punto alto de vista. El cielo ocupa gran parte del lienzo, o la mitad del mismo si es un paisaje natural. Podemos decir que no vemos a la artista en el recorrido de su obra que realiza la exposición, salvo el Autorretrato de 1962, sin embargo, su mirada y su personalidad, nunca se ausentan de las imágenes. Las pinturas del interior de sus casas, los patios, las vistas de las ciudades y los campos, muestran a la mujer que los observó y los traspuso al lienzo en un tiempo determinado. Ese tiempo ha pervivido de esta forma. Nosotros, el espectador actual, nos asomamos a esos objetos y lugares que ella percibió con profunda emoción, y que nos desvela a través del arte.



viernes, 17 de mayo de 2024

Arte y Naturaleza


 

Una pequeña exposición se da cita en el CaixaForum de Madrid en colaboración con el Centro Pompidou, denominada, ARTE Y NATURALEZA. UN SIGLO DE BIOFORMISMO, que reúne unas ochenta obras de pintura, escultura, fotografía, cine y diseño. Plantea un diálogo fructífero entre los lenguajes artísticos y las formas de la biología natural. Se extiende cronológicamente durante cien años desde el primer tercio del siglo XX hasta principios del siglo XXI, nuestra época. Se organiza en cuatro secciones: Metamorfosis, es el título de la primera, que muestra un grupo de pinturas surrealistas protagonizadas por los grandes maestros pertenecientes o próximos a este grupo como Dalí, Yves Tanguy, Max Ernst, el propio Picasso y Le Corbusier. En ellas las formas humanas se transforman por otras vegetales o animales. También incluye un grupo de obras abstractas que incluyen motivos de este tipo, siendo ejemplo las pinturas de Kandinsky. Un grupo de esculturas experimentan, igualmente, la metamorfosis humana en un ser híbrido con seres naturales.




Las obras de Alexander Calder o Alvar Alto imitan la naturaleza, y otros ejemplos demuestran la capacidad de fascinación de aquellas formas de minerales, plantas y seres vivos, incluso los más microscópicos, hasta ahora desconocidos, recientemente descubiertos por las nuevas técnicas, sobre la creatividad artística. Corresponden a la segunda sección, denominada, Mimetismo. En el siguiente espacio, titulado, Creación, el arte imita los principios generativos de la naturaleza, y ésta, a su vez, se transforma en arte. Corresponde, sobre todo al arte abstracto, y a movimientos surgidos en la década de 1960, como el arte povera en Italia o el land art en EEUU, en los que observamos piezas escultóricas elaboradas con elementos naturales, como raíces de árbol,  piedras o plumas de aves en su estado original. 



Finalmente, la cuarta sección, se titula con el explícito título de Amenaza, que alude a una naturaleza contaminada, alterada por la polución en todas sus formas, en un contexto histórico, después de los años cincuenta con el nacimiento de la energía atómica y del incremento exponencial de la producción industrial y el consumismo. Este mundo, de esta manera, influye en las obras artísticas, que reflejan los riesgos para el ser humano. La obra de la artista suiza Pamela Rosenkranz, Estanque de piel (relucir), un gran tanque con un líquido rosado de apariencia tóxica en constante movimiento, ocupa gran parte del espacio, junto a la pieza del artista japonés, Tetsumi Kodo, Polución-cultivo-nueva-ecología, que alude a un jardín posnuclear compuesto con flores de formas fálicas. Termina la exposición con una instalación audiovisual para la que se necesita unas gafas 3D, perteneciente a Exodus del artista, Jeremy Deller, donde se visualiza la salida de murciélagos de una cueva.



lunes, 13 de mayo de 2024

La pintura de Antoni Tàpies



El Museo Reina Sofía presenta la exposición, ANTONI TÀPIES. LA PRÁCTICA DEL ARTE, organizada junto a la fundación del autor. Constituye la mayor retrospectiva hasta la fecha que reúne más de 220 obras pictóricas, dibujos, esculturas y documentos. Los grandes espacios del museo alojan en su cuarta planta esta relevante muestra, que nos informan de la importancia de uno de los artistas más sobresalientes del arte español e internacional a través de su trayectoria entre 1943 y 2012. Sus obras no dejan indiferente al espectador. Rezuman inspiración y pensamiento profundo, expresado por medio del lenguaje artístico. Definen un creador culto, que reflexiona sobre la condición humana y la espiritualidad, siendo receptivo a las culturas orientales y africanas. Desde joven tuvo presente las formas de grandes artistas como Van Gogh y Picasso, posteriormente, de Joan Miró, Paul Klee y Max Ernst. Al inicio su estilo se ve influenciado por el Surrealismo, al mostrar un mundo fantástico o mágico. Perteneció al grupo Dau al Set junto a Joan Pons y Joan Brossa, contribuyendo a la renovación artística de posguerra. 



A partir de 1953, su pintura cambiaría hacia la experimentación matérica. La superficie del lienzo presentaría texturas densas como un muro lleno de incisiones, marcas, garabatos, perforaciones y otros signos. Al artista le influyó las fotografías de grafitis capturadas por Brassaï en las paredes del antiguo Paris. Una pintura de apariencia abstracta, sin alejarse de la realidad. Pronto llegaría el reconocimiento internacional como una figura destacada de la vanguardia. Las exposiciones en el MOMA de Nueva York, en la Documenta de Kassel, la Bienal de Venecia o de Sao Paulo, y el Guggenheim lo atestiguan. Podemos contemplar algunas de las obras que fueron expuestas en aquellas muestras nuevamente reunidas para esta ocasión. 



Esta temprana fama impulsa la búsqueda de nuevos caminos, que muestran un interés por el objeto convertido en escultura, donde recibe la influencia de Marcel Duchamp. Unos objetos que se incorporan, a veces, al lienzo y sobrepasan la superficie bidimensional. Son objetos desvencijados, fuera de uso, que no apelan al pasado, sin al futuro, que se articulan entre sí y con el lugar en el que se sitúan. Por otra parte, cabría mencionar una serie de cuadros que emplean de manera sencilla el cartón, sin apenas modificar, algunos deteriorados, que cobran una fuerza propia, la artística tras la manipulación del autor. Otro aspecto a destacar en su trayectoria, sería la capacidad sugestiva que tiene el color, obscuro muchas veces, otras claro y llamativo. La experimentación de los años ochenta con los barnices refuerza esta posibilidad.



La obra de Tàpies expresa el compromiso político frente a la dictadura franquista, que le acarrearía un arresto tras su participación en reuniones clandestinas. También cedió obras para sufragar la multas que imponían las autoridades frente a los movimientos de protesta. Un compromiso que se hace explícito en las propias pinturas como aquella que dedica a la memoria de Salvador Puig Antich, un joven anarquista ejecutado por el régimen. Para el autor el arte es una herramienta de denuncia al servicio de la sociedad, y el propio artista, una persona, de esta manera, implicada. Fue consciente, así, según el paso del tiempo de los acontecimientos históricos, la llegada de la democracia en España, la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética, y finalmente, la guerra de los Balcanes, que repercutieron en sus manifestaciones artísticas. Unas manifestaciones, que se llenarían de melancolía en las décadas finales por la toma de conciencia de la proximidad de la muerte. Por ello, sin perder la inspiración de su singular estilo evocan el olvido, con referencias a la enfermedad y el dolor.