viernes, 15 de marzo de 2024

El Surrealismo y las máquinas


 

Hace poco tiempo que el público en general puede emplear la Inteligencia Artificial para sus actividades cotidianas. Es el comienzo de una revolución profunda que afectará completamente al ser humano. Estas máquinas digitales transformarán, de la misma manera, el arte tal como lo conocemos. Una revolución similar surgió a principios del siglo XX, entorno de la Primera Guerra Mundial, cuando se extendió la industrialización por occidente. Los artistas fueron conscientes que había que superar el arte académico con nuevas perspectivas para el creador como el espectador. Se abría un nuevo concepto del arte ligado a la máquina y a la reproductividad de los objetos. Un concepto que la considera femenina, objeto erótico significativo, y elemento transformador. Este es el tema de la exposición de la Fundación Canal de Madrid, titulada, SURREALISMOS. LA ERA DE LA MÁQUINA. Duchamp, Man Ray, Picabia, Stieglitz.



La exposición se compone de 125 piezas de todo tipo: fotografías, pinturas, grabados, dibujos, esculturas y ready-made, catálogos y libros. La Primera Guerra Mundial hizo que tres artistas europeos se refugiaran en Nueva York: Duchamp, Man Ray y Picabia. Llevarían a EEUU, un país destacado por su industrialización, sus nuevas experiencias artísticas ligadas a la máquina, a la reproducción seriada del objeto. Conceptos y experiencias llenas de humor e ironía. Stieglitz les introducirá y les proporcionará los medios para desarrollar sus ideas, a través de la galería 291 y su revista. El arte del nuevo siglo, la modernidad, se asocia a la máquina. Ha surgido el movimiento Dadá, luego transformado en el Surrealismo. La fotografía tiene un protagonismo relevante. Se aleja, de la mano de Stieglitz, del pictorialismo en favor de una creatividad propia, de imágenes más naturales, de emociones, sensaciones e ideas. La Ciudad de los Rascacielos, consigue, así protagonismo, los edificios, la contaminación industrial, las luces del anochecer, son motivos para la imagen fotográfica.



Una sección de la exposición se centra en la forma que estos artistas entienden el desnudo, principalmente femenino. El cuerpo humano se fragmenta y se juega con su elementos en la representación artística, ya sea fotográfica, según la expresa Man Ray, pictórica, Picabia y Dalí, y escultórica, Duchamp, ironizando sobre los genitales masculino y femenino. También, este artista diseña la portada del catálogo, Le Surréalisme en 1947 con el título, Priére de toucher, Se ruega tocar, para palpar un relieve de un pecho femenino.  Otra sección, se centra en la máquina, fruto de la invención del hombre, que le hace transformar el mismo concepto del arte, una manifestación plástica dirigida hacia la abstracción, lejos de la Naturaleza. Observamos así, imágenes mecanomorfas de Picabia, acompañadas de textos; experimentaciones fotográficas de Man Ray, así como collages, los Revolving Doors; obras escultóricas a modo de máquinas, que expresan la nueva modernidad; Duchamp construye los Rotoreliefs, círculos concéntricos de papel destinados a funcionar como tocadiscos a 33 revoluciones.



La exhibición presenta un espacio dedicado a su artista más representativo y revolucionario, Marcel Duchamp. Creador de los ready-made, que expresan su nueva concepción del objeto artístico, basado en productos seriados industriales. Igualmente, en su obra maestra, El gran vidrio. La novia desnudada por sus solteros, incluso, que es una máquina que pretende cambiar el concepto de erotismo en la historia del arte. Trata de una exploración del deseo masculino sobre el femenino en un frustrado acto de amor, mediante una correlación de instrumentos y formas maquinistas integradas sobre un soporte de cristal, fragmentado por un accidente azaroso. También se presenta las notas explicativas de este artefacto, reunidas en la denominada, Caja verde. Finalmente, se exhibe, la Caja maleta, un compendio de toda su obra en miniatura, a modo de museo portátil. Recordar, por tanto, la idea de Duchamp que el acto creativo no solo lo realizaba el artista, sino el espectador, que conecta la obra con el mundo exterior descifrando e interpretando sus cualidades internas.



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