martes, 20 de diciembre de 2022

Las nuevas exposiciones inmersivas


 

El desarrollo de la tecnología digital ha supuesto un cambio en la forma de exponer las obras de arte. Esta permite una intensa experiencia del visitante, que no se limita a ser un receptor pasivo, sino a interaccionar con el mundo virtual. Las obras originales que mostraban los museos han dejado paso a grandes construcciones visuales de carácter digital que envuelven al espectador. Incluso le permiten participar, a veces, en una experiencia próxima al juego. Esto es lo que se llama exposiciones inmersivas que hoy viven una fiebre entre el público aficionado al arte. El inconveniente, en principio, es que tienen un precio más elevado que las instituciones o galerías tradicionales, normalmente gratuitas, aunque éstas igualmente han empezado en los últimos tiempos a cobrar por las visitas. Además, no está presente la obra original, aunque hay ejemplos que mezclan los dos sistemas expositivos, el tradicional con objetos originales, y la inmersión interactiva o participativa.



En la actualidad, se muestran en Madrid, cuatro grandes exposiciones inmersivas: Tutankamon. La exposición inmersiva, Imagine Picasso, Tim Burton, el laberinto, y Desafío Dalí. Pero ha habido otras en los últimos tiempos dedicadas a Frida Kahlo, Goya, Klimt y Las Meninas de Velázquez. Todas, en general, coinciden en emplear grandes espacios donde se proyectan reproducciones de cuadros en tamaño gigante en cajas de luz, así como en 3D sobre paredes y suelo. Esta forma de exposición se denomina micromapping, en la que se incluye música o un relato de fondo. En la exposición de Tutankamon se incluyen también una réplica del ataúd de oro del faraón y una reproducción a tamaño real de la tumba. Además, el visitante puede participar en una experiencia interactiva con realidad aumentada para conocer mejor los espacios digitalizados. En la exposición de Dalí, parece ser que se va más allá. Empleas gafas 3D y puedes meterte dentro de las pinturas, donde tienes que atrapar algunos de las formas artísticas del pintor surrealista. Al salir, puedes disponer de un vídeo, obtenido mediante un código QR, como recuerdo.



Nos encontramos, por tanto, ante una nueva manera de consumir arte, más amena y sencilla, próxima al gran público. Relacionada con los avances de la tecnología que ya empleamos, algunas veces, diariamente. Los responsables de los grandes museos, a pesar del éxito de estas experiencias digitales, no las ven como una competencia, sino como un complemento. Una buena introducción al contacto con las obras artísticas originales que las tendremos todo el año a nuestra disposición en sus edificios. De todas formas, muchos de estos avances también los emplean dichas instituciones, y otros espacios expositivos en una experiencia híbrida.




domingo, 6 de noviembre de 2022

El mecenazgo del marqués de Santillana


 

El Museo del Prado y la Biblioteca Nacional organizan sendas exposiciones tituladas, EL MARQUÉS DE SANTILLANA. IMÁGENES Y LETRAS, dedicadas a este noble castellano que unió las letras con las armas. Las armas al servicio del buen gobierno de Castilla en una época tumultuosa de luchas señoriales; y las letras, como poeta, humanista y bibliófilo. Don Iñigo López de Mendoza fue el primer marqués del título y conde del Real de Manzanares por privilegio real, aunque era hijo del condestable de Castilla. Tuvo escritorio propio, además de encargar numerosos manuscritos ricamente iluminados y encuadernados al librero y comerciante, Vespasiano da Bisticci. Con ello satisfizo su pasión intelectual y bibliófila, sino también sus relaciones sociales. De esta manera creó la biblioteca peninsular seglar más importante de su época, a la que el propio marqués mandó vender salvo ciento veinte ejemplares. Luego sus herederos la siguieron engrandeciendo. En la actualidad se conservan 73 extraordinarios ejemplares en la Biblioteca Nacional, una muestra de los cuales se exponen en la actualidad.




Los gustos bibliófilos del marqués le sitúan en el humanismo italiano. Por una parte, los clásicos griegos, Homero y Platón, por otra, los latinos, Cicerón, Séneca y Ovidio, además de los italianos, Dante, Petrarca y Boccaccio. Igualmente, promovió la traducción de la Biblia, y los Padres de la Iglesia, así como la adquisición de numerosas códices ricamente iluminados, tanto en Castilla, como en Italia. Fue copero en su juventud del también bibliófilo, Alfonso V de Aragón. Y además su propia labor como poeta, autor de obras como Bías contra Fortuna o el Cancionero de Barrantes, que se muestran al público. 




En el ámbito pictórico, el marqués apostó por el gusto norteño, flamenco, incluso germánico, al encargar el retablo de la iglesia del hospital de San Salvador de Buitrago, llamado el Retablo de los Gozos de Santa María, y la tabla de san Jorge, del mismo lugar, a Jorge Inglés, un artista del cual se desconoce su identidad, pero que está documentado en 1455 para este encargo. Una obra en la cual tiene un lugar destacado los retratos de los marqueses a cada uno de los lados de la talla de la Virgen con el Niño. En la parte superior los ángeles portan filacterias donde están escritos los Gozos creados por el propio donante. Constituyen, junto a los Padres de Iglesia de la calle inferior un conjunto de estilo gótico de particular tipología.




Las exposiciones tanto del Museo del Prado como de la Biblioteca Nacional son pequeñas pero muy relevantes, si nos atendemos a las joyas únicas expuestas en forma de códices manuscritos ricamente decorados. También, las obras pictóricas entorno a la obra de Jorge Inglés, que suponen una reflexión sobre la importancia de su estilo en la Castilla de mediados del siglo XV. Un conjunto destacado para delimitar la figura del I marqués de Santillana como un auténtico mecenas a la manera italiana del momento con la cual estableció lazos culturales, a parte de su importancia como poeta castellano, a caballo entre dos épocas, la Edad Media y el Renacimiento.

jueves, 27 de octubre de 2022

La pintura de Frida Kahlo


 

La Fundación Casa de México en España exhibe la exposición, FRIDA KAHLO: ALAS PARA VOLAR, que reúne 31 obras originales y 91 fotografías, por tanto, un pequeño conjunto de piezas, pero significativas de esta portentosa pintora. Su ausencia de las colecciones españolas hace que la muestra actual sea del máximo interés. El conjunto se centra en el artista y su obra, aunque no deja de lado su intensa vida, al personaje creado en su época, y que perduró con el tiempo haciéndose más grande, superando a su propio marido el pintor Diego Rivera, con el que tuvo una relación afectiva y artística, de mutua necesidad y de infidelidades recíprocas. Una relación tormentosa que se concretó en dos matrimonios y un divorcio. El título de la exposición hace referencia a una frase de la pintora que nos indica otro de los condicionantes de su actividad artística: el accidente por el que se dañó la pelvis y la columna vertebral cuando tenía 18 años. De todas las maneras fue una niña enfermiza que sufrió la polio por el que tenía una pierna más corta que la otra.




En su obra está presente, por una parte, la herencia europea de su padre, de origen alemán, por otra, la mexicana, de su madre, próxima a las raíces indígenas, que ella manifestaría de muchas formas, en su propio vestuario, de tehuana, y en el apego a la vegetación mexicana. La exposición se divide en cuatro secciones: El retrato del otro: tradición y modernidad, el comienzo de la muestra, cuando retrata a sus familiares, a los amigos más próximos, luego a ella misma, siendo una característica esencial de su producción. El cuadro, Mi nana y yo, preside la sala, donde la pintora es amamantada por una criada al no poder serlo por su madre. La segunda sección se denomina, Dualidad: vida y muerte, que se refiere a l ciclo que rige la vida, completado por el día y la noche, el sol y la luna. En la sala destaca el retrato de ella y Diego, y el famoso Autorretrato con changuito.




Frida quiso tener hijos a lo que se oponía Diego. Fruto de ello tuvo tres abortos que le influyeron para plasmar en su pintura la condición femenina, centrada en su cuerpo, como factor esencial de la fertilidad, en su caso frustrada, secuela del accidente. Una condición femenina, que está presente, igualmente, en resaltar los casos en que la mujer es víctima de violencia de género. Conforma, así, a lo largo de su trayectoria, una obra que representa su condición individual y su identidad personal. En palabras de Diego Rivera, que la consideraba una artista genial, su pintura exaltaba la condición femenina de la verdad, la realidad, la crueldad y la pena. Se puede añadir que a través de la utilización de símbolos sobre una base realista, mágica, expresión de sus obsesiones. Según André Bretón, un estilo surrealista, aunque ella lo negara.




Las dos últimas secciones se titulan, Alas rotas: dolor y esperanza, y Naturaleza viva: identidad e intimidad, que aluden a su idea que ella estaba, en parte impedida, por la enfermedad y el dolor para vivir normalmente, sin embargo, podía volar debida a su creatividad artística por medio de la pintura y el dibujo. De todas las maneras su vida política, social y amorosa fue intensa. Estuvo en contacto con fotógrafos como Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo, intelectuales y revolucionarios como León Trotsky, líder de la Revolución Rusa. Así lo vemos en una de las proyecciones que se muestran en el recorrido. Alcanzó la fama artística, primero en EEUU, luego en París, y finalmente, en México. La última sala está presidida por el cuadro, La columna rota, en una pared las fotografías de su vida desde la niñez. En la otra, una línea del tiempo con su vida. Finalmente antes de la salida, las hojas de su diario, escrito diez años antes de su muerte cuelgan del techo, que ponen fin a un intenso trayecto de dolor y creación pictórica.