El desarrollo de la tecnología digital ha supuesto un cambio en la forma de exponer las obras de arte. Esta permite una intensa experiencia del visitante, que no se limita a ser un receptor pasivo, sino a interaccionar con el mundo virtual. Las obras originales que mostraban los museos han dejado paso a grandes construcciones visuales de carácter digital que envuelven al espectador. Incluso le permiten participar, a veces, en una experiencia próxima al juego. Esto es lo que se llama exposiciones inmersivas que hoy viven una fiebre entre el público aficionado al arte. El inconveniente, en principio, es que tienen un precio más elevado que las instituciones o galerías tradicionales, normalmente gratuitas, aunque éstas igualmente han empezado en los últimos tiempos a cobrar por las visitas. Además, no está presente la obra original, aunque hay ejemplos que mezclan los dos sistemas expositivos, el tradicional con objetos originales, y la inmersión interactiva o participativa.
En la actualidad, se muestran en Madrid, cuatro grandes exposiciones inmersivas: Tutankamon. La exposición inmersiva, Imagine Picasso, Tim Burton, el laberinto, y Desafío Dalí. Pero ha habido otras en los últimos tiempos dedicadas a Frida Kahlo, Goya, Klimt y Las Meninas de Velázquez. Todas, en general, coinciden en emplear grandes espacios donde se proyectan reproducciones de cuadros en tamaño gigante en cajas de luz, así como en 3D sobre paredes y suelo. Esta forma de exposición se denomina micromapping, en la que se incluye música o un relato de fondo. En la exposición de Tutankamon se incluyen también una réplica del ataúd de oro del faraón y una reproducción a tamaño real de la tumba. Además, el visitante puede participar en una experiencia interactiva con realidad aumentada para conocer mejor los espacios digitalizados. En la exposición de Dalí, parece ser que se va más allá. Empleas gafas 3D y puedes meterte dentro de las pinturas, donde tienes que atrapar algunos de las formas artísticas del pintor surrealista. Al salir, puedes disponer de un vídeo, obtenido mediante un código QR, como recuerdo.
Nos encontramos, por tanto, ante una nueva manera de consumir arte, más amena y sencilla, próxima al gran público. Relacionada con los avances de la tecnología que ya empleamos, algunas veces, diariamente. Los responsables de los grandes museos, a pesar del éxito de estas experiencias digitales, no las ven como una competencia, sino como un complemento. Una buena introducción al contacto con las obras artísticas originales que las tendremos todo el año a nuestra disposición en sus edificios. De todas formas, muchos de estos avances también los emplean dichas instituciones, y otros espacios expositivos en una experiencia híbrida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario