La visita no deja indiferente al aficionado a la pintura, por una parte por la posibilidad de contemplar un autor cuyas obras son escasas en España, y por otra por la calidad de las mismas. Además, podemos comprender su trayectoria artística, el culmen de su fama y su legado e influencia posterior. De esta manera, la segunda sección segunda y tercera, nos informan de lo que supuso el impresionismo, un grupo de pintores que inaugurarían una forma revolucionaria de entender la pintura, siendo Monet uno de sus fundadores y quien les dio el nombre con su cuadro Impresión, sol naciente, que realizaría en El Havre. Sin duda, junto con Renoir, el más talentoso. Llevó la práctica pictórica fuera del estudio para captar los cambios de color según la luz cambiante, lo que obligaba a una técnica más rápida de pequeñas pinceladas y lienzos de menor formato. Estos cambios fueron favorecidos por la invención de los tubos de óleos que eran más fáciles de manejar por el pintor.
Monet recorrió el país multitud de veces y viajó al extranjero, Países Bajos, Italia, y Reino Unido, Londres, buscando los efectos de la luz, motivado, además, por el desarrollo de los transportes, especialmente del ferrocarril. Así podía ir de París a la periferia repleta de paisajes con bosques y ríos. También acercarse rápidamente a la costa de Normandía captar los efectos de la luz y el mar. Le gustaba tanto la representación de los colores de las flores en primavera como la nieve en invierno en el campo o en la ciudad, matizada por la niebla y el humo de las industrias urbanas y el ferrocarril. Con los impresionistas el tema deja de ser relevante. El autor, en concreto, se centró sobre todo en paisajes alejándose de la representación del cuerpo o el retrato humano. Circunstancia que abandonaría al final del siglo XIX, para volcarse con todas su fuerzas en la representación del color y de la luz en la naturaleza.
Desde el comienzo de la década de los ochenta se asentaría en su casa jardín de Giverny según se hacía mayor. Corresponde, igualmente, con su progresivo reconocimiento oficial y entre el público. Por esos años empieza a representar su jardín de plantas exóticas, de ricos colores y formas. Una y otra vez volverá sobre el tema. Empezará una investigación centrada en el agua y los nenúfares, el puente japonés, que le llevará hasta el fin de su trayectoria. En este proceso perderá progresivamente la visión debido a unas cataratas, que no le impedirá seguir pintando a pesar que no ve de forma correcta. Es la época de los grandes lienzos que donará al Estado francés, también de un nuevo estilo, donde se pierde la composición espacial, en favor de un color según su visión defectuosa. La pincelada se hace gesto como expresión de su vocación y sensibilidad artística que no disminuye nunca su intensidad. Sus cuadros finales serán fuente de inspiración de la abstracción norteamericana años después.
La exposición, por tanto, es una oportunidad para contemplar obras maestras como El tren de la nieve. Locomotora (1875), Paseando cerca de Argenteuil, y Vétheuil en la niebla (1879); más tardíos, Nenúfares (1916-1919), Londres, el Parlamento, reflejos en el Támesis (1905), y finalmente, el Sauce llorón (1918-1919), que proporcionan un recorrido memorable sobre una de las figuras fundamentales de la historia de la pintura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario