sábado, 20 de mayo de 2017

El canon de la escultura griega

El Doríforo, Museo Arqueológico de Nápoles
Acabamos de terminar el estudio del Arte Griego en 1º de ESO. Vamos a destacar su manera de entenderlo desde la escultura, un arte donde los griegos llegaron a las más altas cimas de la Antigüedad, y sólo superados por las aportaciones puntuales que cada época introdujo, según los cambios de los nuevos tiempos. Ellos mismos mostraron una evolución desde la época arcaica, en la representación de los modelos masculinos desnudos y los femeninos vestidos, hasta alcanzar los prototipos clásicos, luego apenas superados por la introducción del dinamismo y las emociones en época helenística. Si hay un autor que representa la concepción de la belleza clásica, es Polícleto, el famoso broncista de Argos, perteneciente al siglo V a. C.


Una de sus obras más destacadas fue el Doríforo o portador de una lanza. Un joven guerrero que lleva el arma apoyada en el hombro, sujetada por la mano izquierda con el brazo doblado, mientras camina lentamente con la pierna izquierda desplazada hacia atrás y la derecha apoyada. Además, gira la cabeza hacia ese lado proporcionando al cuerpo un leve contrapposto. Estos recursos técnicos permiten mostrar los que se entienden como belleza clásica, aquella basada en la proporción y la simetría de las distintas partes de la obra artística. De esta manera, la representación del cuerpo humano serían producto de un orden hallado matemáticamente. La altura total de la figura equivale a siete veces la longitud  de la cabeza. Al autor no le interesa la expresión de algún sentimiento humano o algún virtuosismo en el detalle del pelo.


Esta obra escultórica, de la que únicamente nos han llegado copias romanas del original en bronce, estaba relacionada con un tratado teórico sobre escultura escrito por Polícleto, desaparecido casi en su totalidad, llamado, Canon, donde se recogerían las ideas que sirven de fundamento a la manera de entender la belleza clásica.

martes, 2 de mayo de 2017

Retorno a la belleza

Felice Casorati, Retrato de Renato Gualino, 1923-1924

La Fundación Mapfre de Madrid organiza la exposición, RETORNO A LA BELLEZA. OBRAS MAESTRAS DEL ARTE ITALIANO DE ENTREGUERRAS, una muestra que da a conocer al público el clima artístico europeo después de la Primera Guerra Mundial, denominado de forma general como vuelta al orden. Frente a la ruptura con el pasado que supuso las vanguardias artísticas, en este periodo de entreguerras, se recupera la figuración con inspiración de la tradición clásica en la representación y en la composición estable y armónica de la pintura. En esta recuperación, Italia juega un papel fundamental. Así un importante número de artistas compartieron aspectos comunes, concretados en tres tendencias: pintura metafísica, realismo mágico y Novecento.

Giorgio de Chirico, Piazza d´Italia, 1924-1925

La exposición reúne más de 100 obras, entre pinturas y esculturas de los principales artistas italianos de este periodo. Son obras que no tratan de copiar el arte de la Antigüedad grecorromana o del Renacimiento, de los que reciben influencias, sino de asimilar y re-interpretar las formas y los temas con un lenguaje moderno, porque si nos fijamos en algunos ejemplos, encontramos las huellas de Piero della Francesca o Mantegna. Durante el recorrido de la muestra, podemos visitar distintos apartados temáticos en los cuales se divide. El primero se titula, Pintura Metafísica, la que se desarrolla inmediatamente antes, incluso, de la gran contienda bélica, representada por artistas como Giorgio de Chirico, su hermano Alberto Savinio, Filippo de Pisis, Carlo Carrá, y Giorgio Morandi.


Antonio Donghi, Mujeres en la escalera, 1929
Esta pintura será la base a partir de la que evolucionaron los siguientes estilos. Otro grupo fundacional fueron los artistas reunidos entorno a la revista Valori Plastici de Roma a comienzos de los años 20. Apostaron por el lenguaje clásico, Giotto y el Quattrocento frente al cubismo y al futurismo. De esta manera surgió el estilo llamado, realismo mágico, que no fue un movimiento como tal en Italia, sino una cierta atmósfera de extrañeza que se reflejaba en algunas de las obras de pintores como Felice Casorati, Ubaldo Oppi o Antonio Donghi. Potenció la presencia de lo raro en las pinturas, elementos fuera de contexto, pero tratados de forma realista.

Cagnaccio di San Pietro, La partida, 1936

El grupo Novecento se fundó oficialmente en Milán en 1922. Llegó a tener un número considerable de artistas cuatro años después. En la creación y difusión del mismo hubo una figura clave, la crítica de arte Margherita Sarlatti, que afirmaba que estos artistas se llamaban clasicistas, pero precisaba que lo eran de manera despojada, emocionada, moderna y simplísima. Hay otras tres secciones sobresalientes en la muestra. Una es la que se fija en el propio ser humano, representado en forma de retrato y el desnudo. Son obras donde se expresa una gran capacidad de síntesis, con actitudes serenas y casi ausentes. 

Giorgio Morandi, Bodegón, 1929

Otras comprenden paisajes y bodegones con las mismas características formales. Los primeros unen construcciones modernas de chimeneas o fábricas con estructuras arquitectónicas del pasado y están poco habitadas y aparecen silenciosas, los segundos vuelven a someter a los objetos a una estricto orden en la composición. Sin embargo, no dejan de apostar por las formas rotundas y estables, que atiende a la representación fiel y precisa de las cosas.