miércoles, 17 de abril de 2024

El archivo fotográfico del Banco de España


 

El Banco de España posee un importante archivo fotográfico, disponible desde 2019 que atesora unos 25.000 ejemplares, extraído de su no menos significativo legado documental. Unas fotografías hoy perfectamente estudiadas y digitalizadas, preparadas por su utilización en futuras investigaciones. La exposición. DE LA ALBÚMINA AL PÍXEL, en estos días abierta al público visitante, nos hace un recorrido por la historia de la fotografía asociada a la de nuestro banco emisor. Desde mediados del siglo XIX, hasta el momento. La institución, así, desde el reinado de Isabel II tuvo que consolidar su desarrollo y construir distintas sedes por el territorio nacional, e incluso fuera, en Londres, París, y Marruecos. De ello da prueba las imágenes fotográficas tomadas por los más reputados profesionales del momento en distintos soportes y técnicas, que divulgaban las actividades y acontecimientos asociados a la misma. Por ello la presente exposición se orienta a las actividades, los espacios y los retratos producidos en su historia.



Nos propone un recorrido cuyo protagonista es la fotografía y sus artífices, junto a publicaciones, cámaras, y vídeos. Un recorrido compuesto de cinco etapas. La primera, siguiendo un orden cronológico, se denomina, El tiempo amarillo, que alude al color que adquieren las imágenes más antiguas, expresión tomada de un verso de Miguel Hernández. Un espacio que arranca con ejemplos del periodo de la Revolución Gloriosa, e incluye el trabajo de los prestigiosos fotógrafos Eusebio Juliá, y Jean Laurent, que nos proporcionan información de la indumentaria de los porteros y ordenanzas, y la construcción y posterior inauguración del edificio de la Plaza de Cibeles. Un edificio, tan destacado en la capital, que apareció captado en la fotografías estereoscópicas. 



El segundo espacio, titulado, La fotografía como documento, nos lleva a principios del siglo XX. Se centra en los retratos de los empleados, realizados magistralmente por el primer profesional en plantilla, José Irigoyen Zabaleta, y aquellos que llevaron a cabo destacados gabinetes de todo el territorio, como Iruela, Yo, Calvet y Roca en Madrid, o Luis Sánchez en Valencia o Photo Art en Alicante. Un periodo en que se documenta las distintas sedes del Banco de España, que llegan a un total de unas 60. Por otra parte, la imagen del banco se difunde en prensa y en libros mediante los fotograbados y fototipias. Igualmente aparece en las primeras tarjetas postales con mucho éxito. 



El tercer espacio es el más grande y cubre un periodo más extenso. Titulado, De la edad de plata a la transición, se divide en dos periodos, 1925-1950 y 1950-1975, que abren con el retrato de Alfonso XIII, obra de Christian Franzen, que presidió los despachos y sus sucursales hasta la proclamación de la República. Los retratos en este periodo han evolucionado. Son despejados de adornos y fantasías anteriores de fondo, para primar la iluminación intensa, las sombras, los efectos y contrastes del rostro y el cuerpo. Perduran los nombres de renombrados fotógrafos, como Alfonso, que capturó la imagen de Cibeles llena de gente el día de proclamación de la República junto a su propia cámara; también de Cristóbal Portillo, que retrató en 1934, la Junta General de Accionista, y el álbum sobre la sucursal de Barcelona, de Juan Andreu Puig Farran.



Este espacio se completa con imágenes de la construcción de la llamada Cámara de Oro subterránea que fue finalizada en 1936. Seguidamente, Tiempo de silencio es la denominación del periodo comprendido de la Guerra Civil y de la posguerra franquista. Unas fotografías que muestran los estragos del conflicto en las sedes del banco y su posterior rehabilitación. Destacan nuevos profesionales como Francisco Amer, Campúa, y Diego González Ragel, este último empleado en la institución. Una nueva sede fue inaugurada en la Plaza de Cataluña de Barcelona en 1955. El acontecimiento presidido por el jefe del Estado fue fotografiado magistralmente por Carlos Pérez de Rozas y Sáenz de Tejada, uno de los fotógrafos más destacados del momento, cuyos ejemplos se pueden ver en la muestra.



 La sala 4, titulada, Spain is different, nos muestra los cambios políticos, sociales y económicos del país hasta nuestros días, vistos según los eventos sucedidos en el Banco de España. Nos muestra, de la misma manera, una transformación en la imagen que pasa del blanco y negro al color; de ser realizada por profesionales, a incluir ejemplos de aficionados. Un audiovisual nos resume en imágenes el periodo. Finalmente, el espacio 5, denominado, Hacia la inteligencia artificial, nos resume en una cronología la historia del banco y la fotografía; y expresa la necesidad de valorar el importante archivo como garante de la memoria, en un contexto de transformación digital constante.

viernes, 12 de abril de 2024

La colección del Museo de Bellas Artes de Valencia



La Fundación María Cristina Masaveu Peterson de Madrid presenta la exposición, COLECCIÓN MUSEO DE BELLAS ARTES DE VALENCIA. ENTRE EL BOSCO Y SOROLLA, una selección de sus más importantes obras reunidas en esta institución. Un conjunto que nos informa de la riqueza que atesora, cuyo origen se remonta a los bienes provenientes de la desamortización del patrimonio eclesiástico, por una parte, y luego, de las colecciones estatales de la región. Después, se unirían las adquisiciones o donaciones recibidas por la Generalitat Valenciana. La actividad económica ligada al puerto marítimo en conexión con otros lugares de España o de Europa, promovió una actividad artística relevante desde el final de la Edad Media, que llegaría hasta nuestros días. La exposición actual nos da una buena muestra de la riqueza que atesora, organizadas en nueve secciones desde el punto de vista cronológico.



En el recorrido destacan, como no era menos, los grandes nombres nacidos en la comunidad valenciana, y otros menos conocidos, también de ese origen, que nos sorprenden por su calidad. De la misma manera, relevantes pintores que forman parte de la historia del arte. Al principio podemos observar obras dentro del gótico internacional o bajo la influencia flamenca. Las comunicaciones con Italia fueron frecuentes, y esa inspiración se deja de notar en los autores. Una comunicación que se mantendrá con el tiempo. Una de las primeras salas del recorrido impacta al espectador. La que reúne obras de Paolo de San Leocadio, y de los pintores Fernando de los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina, un espacio con la destacada tabla central del Tríptico de la Pasión o de los Improperios del Bosco. Un grupo magnífico completado por una tabla del singular, Bartolomé Bermejo, de origen cordobés pero que desarrolló su obra en el Reino de Aragón.



Según avanza el recorrido, destacan obras de Gaspar Becerra y Alonso de Berruguete. También Vicente Macip, y un grupo de magníficos ejemplos de su hijo, Joan de Juanes. Más relevantes todavía, a mi entender, corresponden a las secciones correspondientes al estilo barroco, al siglo XVII. Nos encontramos destacados ejemplos de Francisco y Juan de Ribalta, y desde luego, José de Ribera con tres lienzos. Destaca una obra de Pedro Orrente, un retrato de Godofredo de Bouillon. Pedro Pablo Rubens está representado con una Virgen con el Niño. Le siguen dos obras de Valdés Leal, y termina la excelente serie, con una obra del madrileño, Claudio Coello, y una Virgen meditando de Zurbarán. Ya en el siglo XIX, el recorrido nos muestra un conjunto significativo, sobresaliendo los espacios dedicados, cómo no, a Joaquín Sorolla, y al paisajista Antonio Muñoz Degrain. El recorrido termina ya en la segunda mitad del siglo XX con El Alambique del Equipo Crónica.




viernes, 15 de marzo de 2024

El Surrealismo y las máquinas


 

Hace poco tiempo que el público en general puede emplear la Inteligencia Artificial para sus actividades cotidianas. Es el comienzo de una revolución profunda que afectará completamente al ser humano. Estas máquinas digitales transformarán, de la misma manera, el arte tal como lo conocemos. Una revolución similar surgió a principios del siglo XX, entorno de la Primera Guerra Mundial, cuando se extendió la industrialización por occidente. Los artistas fueron conscientes que había que superar el arte académico con nuevas perspectivas para el creador como el espectador. Se abría un nuevo concepto del arte ligado a la máquina y a la reproductividad de los objetos. Un concepto que la considera femenina, objeto erótico significativo, y elemento transformador. Este es el tema de la exposición de la Fundación Canal de Madrid, titulada, SURREALISMOS. LA ERA DE LA MÁQUINA. Duchamp, Man Ray, Picabia, Stieglitz.



La exposición se compone de 125 piezas de todo tipo: fotografías, pinturas, grabados, dibujos, esculturas y ready-made, catálogos y libros. La Primera Guerra Mundial hizo que tres artistas europeos se refugiaran en Nueva York: Duchamp, Man Ray y Picabia. Llevarían a EEUU, un país destacado por su industrialización, sus nuevas experiencias artísticas ligadas a la máquina, a la reproducción seriada del objeto. Conceptos y experiencias llenas de humor e ironía. Stieglitz les introducirá y les proporcionará los medios para desarrollar sus ideas, a través de la galería 291 y su revista. El arte del nuevo siglo, la modernidad, se asocia a la máquina. Ha surgido el movimiento Dadá, luego transformado en el Surrealismo. La fotografía tiene un protagonismo relevante. Se aleja, de la mano de Stieglitz, del pictorialismo en favor de una creatividad propia, de imágenes más naturales, de emociones, sensaciones e ideas. La Ciudad de los Rascacielos, consigue, así protagonismo, los edificios, la contaminación industrial, las luces del anochecer, son motivos para la imagen fotográfica.



Una sección de la exposición se centra en la forma que estos artistas entienden el desnudo, principalmente femenino. El cuerpo humano se fragmenta y se juega con su elementos en la representación artística, ya sea fotográfica, según la expresa Man Ray, pictórica, Picabia y Dalí, y escultórica, Duchamp, ironizando sobre los genitales masculino y femenino. También, este artista diseña la portada del catálogo, Le Surréalisme en 1947 con el título, Priére de toucher, Se ruega tocar, para palpar un relieve de un pecho femenino.  Otra sección, se centra en la máquina, fruto de la invención del hombre, que le hace transformar el mismo concepto del arte, una manifestación plástica dirigida hacia la abstracción, lejos de la Naturaleza. Observamos así, imágenes mecanomorfas de Picabia, acompañadas de textos; experimentaciones fotográficas de Man Ray, así como collages, los Revolving Doors; obras escultóricas a modo de máquinas, que expresan la nueva modernidad; Duchamp construye los Rotoreliefs, círculos concéntricos de papel destinados a funcionar como tocadiscos a 33 revoluciones.



La exhibición presenta un espacio dedicado a su artista más representativo y revolucionario, Marcel Duchamp. Creador de los ready-made, que expresan su nueva concepción del objeto artístico, basado en productos seriados industriales. Igualmente, en su obra maestra, El gran vidrio. La novia desnudada por sus solteros, incluso, que es una máquina que pretende cambiar el concepto de erotismo en la historia del arte. Trata de una exploración del deseo masculino sobre el femenino en un frustrado acto de amor, mediante una correlación de instrumentos y formas maquinistas integradas sobre un soporte de cristal, fragmentado por un accidente azaroso. También se presenta las notas explicativas de este artefacto, reunidas en la denominada, Caja verde. Finalmente, se exhibe, la Caja maleta, un compendio de toda su obra en miniatura, a modo de museo portátil. Recordar, por tanto, la idea de Duchamp que el acto creativo no solo lo realizaba el artista, sino el espectador, que conecta la obra con el mundo exterior descifrando e interpretando sus cualidades internas.



lunes, 11 de marzo de 2024

ARCO Madrid 2024


 

Un año más la Feria Internacional de Arte Contemporáneo no ha dejado indiferente al numeroso público asistente. Las cifras son elocuentes, casi cien mil visitantes, tantos como la edición anterior, para contemplar numerosas obras artísticas distribuidas en 206 galerías procedentes de 36 países, de las cuales 76 eran españolas y 132 extranjeras. La opinión de la directora, Maribel López, transmite la emoción y la felicidad de las galerías. Los resultandos han sido positivos, pues se ha reunido más de mil trescientos artistas y alrededor de ochocientos profesionales y coleccionistas. Además, un público de todas las edades con una presencia sobresaliente de jóvenes. El mercado, por otra parte, se corresponde que una destacada oferta de calidad y cantidad. Las compras institucionales parecen ser relevantes. Destaca la del Museo Reina Sofía que ha adquirido treinta obras de 22 artistas, la mayoría mujeres, cuya participación se ha hecho relevante.




La creciente presencia de galería latinoamericanas y de arte de ese origen han impulsado la llegada de coleccionistas procedentes de Venezuela, Brasil y Venezuela, que hace que Madrid rivalice con Art Basel Miami. En este ámbito, Arco tenía un espacio a modo de pequeño museo del Caribe, que reunía la obra de 19 artistas que trabajaban el tema de dicho mar. Respecto a los géneros, volvemos a ver la pluralidad de los mismos con presencia destacada de pintura en grandes y pequeños formatos; el grabado, el dibujo; la escultura, si cabe menos espectacular que en otras ocasiones, pero no menos valiosa; la fotografía, que mantiene su espacio; el videoarte, y el procedente de la creación digital, y un género, que ha llamado la atención, el textil o el tapiz con sus más variados materiales y representaciones, desde los más sencillos a los más elaborados tejidos.



En cuanto a precios, se ha destacado las obras más valiosas: la de una pintura de Miró por encima de los tres millones de dólares, otra pintura en este caso de Pablo Picasso de los años veinte, por más de dos millones, y una escultura de Alexander Calder, casi de su mismo precio. De todas las maneras, se han ofertado obras más baratas, asequibles al pequeño comprador o al coleccionista principiante. La vanguardia clásica, los grandes nombres del arte español y europeo, los hemos podido contemplar. A los ya citados con varios ejemplos, podemos destacar alguna obras de María Blanchard, Juan Gris, Oscar Domínguez, Matisse, Man Ray, Torres García y Salvador Dalí. De la abstracción posterior a la guerra mundial, sobresale un cuantioso número de lienzos de Antoni Tapies. Igualmente, de Saura, Rivera, Palazuelo, y más reciente, Luis Gordillo.  Otros artistas españoles muy presentes en esta edición han sido Juan Uslé,  Jaume Plensa y Darío Villalba.



La mujer artista ha cobrado en esta edición una especial importancia. A las históricas como Carmen Lafont se une Marina Núñez y Carmen Calvo. Por algunas obras, parecen haber vuelto los años ochenta, como diferentes obras de los Costus, o la escultura de Manuel, de Rodrigo Muñoz Ballester, que fue vendida en la feria del año 83, y vuelve, de nuevo al mercado. Se observa igualmente un incremento de la oferta de autores que presentan una exposición de arte en Madrid, como Colita, la fotógrafa barcelonesa recientemente fallecida, o el mismo Tapies anteriormente citado. Esta edición de Arco ha mostrado, igualmente, una pluralidad de estilos y tendencias: realismo, expresionismo, abstracción, surrealismo, constructivismo geométrico, estilo conceptual y pop, e incluso la performance, siguiendo las denominaciones clásicas, y una mixtura de ellas en los artistas más jóvenes, con las más variadas técnicas. En ello interviene el legado y la presencia de lo indígena en muchas de las obras, especialmente las procedentes de Latinoamérica, en detrimento del colonialismo y el racismo.




lunes, 12 de febrero de 2024

La pintura de Marc Chagall


 

La Fundación Mapfre organiza la exposición, CHAGALL. UN GRITO DE LIBERTAD, una extensa retrospectiva del artista ruso desde sus inicios, a lo largo de su longeva vida. Reúne más de 160 pinturas, dibujos e ilustraciones, así como revistas, folletos, fotografías y documentos de su mano hoy conservados, que el visitante puede leer en vitrinas a partir del texto original. Podemos conocer sus opiniones de los acontecimientos dramáticos que le tocó vivir. Se le podría considerar como un artista errante, migratorio, entre varios continentes y países, determinado por dos guerras mundiales y una revolución. Influye, de forma decisiva, su pertenencia a la comunidad judía. Un grupo social marginado por el gobierno de los zares en la Rusia imperial, luego reconocido por la Revolución Soviética, para pasar a ser exterminado por la Alemania nazi, en un ambiente europeo de fuerte antisemitismo. Después vendría, tras la guerra, la creación del Estado de Israel.



El artista está influenciado por las tragedias de su tiempo que destila a través de su arte. Un arte pictórico construido por el conocimiento temprano de las vanguardias que se desarrollaban en París, como el fovismo, el futurismo y el cubismo. También, de la poesía por escritores como Max Jacob, André Salmon y Guillaume Apollinaire, quien entendía su pintura como representación de lo sobrenatural. Su estilo es figurativo pero no real, sino imaginativo, lleno de símbolos y metáforas, algunas que se refieren a sí mismo como integrante de la visión. Su pueblo natal, Vítebsk, en la actual Bielorrusia, y su primitiva comunidad, las gentes, los edificios y los animales, aparecen una y otra vez. El artista creo tras la Revolución Soviética, una escuela de arte para pobres y un museo en aquella ciudad. Antes había contemplado los estragos de la Primera Guerra Mundial entre sus habitantes. Abandonaría Rusia en 1922, después de trabajar para el Teatro Nacional Judío de Moscú y la ilustración de libros escritos en yidis, su lengua materna.



Tras un breve paso por Berlín, se traslada con su familia a París en 1923. El pintor ya ha adquirido cierta notoriedad y pronto, establece contacto con el marchante Ambroise Vollard y con sus amigos artistas e intelectuales. Chagall percibe el progresivo antisemitismo de la sociedad. La incertidumbre se cierne sobre el pueblo judío. Recibirá noticias, tras el ascenso al poder de los nazis, de la quema de sus obras en Alemania por representar un arte degenerado, además de por su origen. La iconografía de su pintura alude al martirio de su pueblo. Un pueblo aislado por la persecución. Representa por entonces a un rabino que protege la Torá. El artista se resiste a salir de Europa para no abandonar sus obras. Desde EEUU, le ayudarán para salir, incluyéndolas, tras la amenaza del régimen de Vichy Comenzará, entonces, el exilio en 1941 en Nueva York. Su imaginario plástico se llena de crucifixiones que aluden a la devastación de Europa.



Marc Chagall vuelve al Viejo Continente en 1948 para instalarse en Francia a orillas del Mediterráneo. Comienza la época de los grandes encargos: un conjunto de vidrieras para la sinagoga del hospital Hadassah de Jerusalén, y los tapices y mosaicos que plasman la historia del pueblo judío para el Parlamento israelí; un proyecto de vidrieras sobre La Paz para la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y diecisiete cuadros del Mensaje Bíblico pensados inicialmente para las Capillas del Calvario en Vence, hoy en el Museo Nacional dedicado a su figura. Un periodo de su vida que unen compromiso político y espiritualidad. Su pintura se llena de vitalismo a la par que emplea diversas técnicas, escultura, cerámica, collage, tapiz y mosaico, en su busca constante de libertad. Mantiene siempre su perspectiva humanística, su planteamiento en favor de la igualdad y la tolerancia entre todos.




miércoles, 24 de enero de 2024

Los rótulos comerciales de Madrid


 

El espacio del Ayuntamiento de Madrid, CentroCentro organiza la exposición, NO VA A QUEDAR NADA DE TODO ESTO. PATRIMONIO GRÁFICO MADRILEÑO, que reúne un conjunto de neones, rótulos comerciales en los más diversos materiales, que anunciaban distintos comercios de la capital. Las ciudades dejan huella del paso del tiempo no sólo en los monumentos y edificios, sino en sus comercios a pie de calle. Los neones y los anuncios de una determinada actividad han llegado a formar parte del paisaje urbano como una fuente o una escultura, hasta tal punto que las ordenanzas municipales han llegado hasta respetarles por formar parte de la misma identidad de la ciudad, como los anuncios de Tío Pepe en la Puerta del Sol o el de Schweppes en la Gran Vía. Unas ordenanzas que han ido restringiendo los neones o anuncios de grandes dimensiones, aunque en muchos casos han sido sustituidos en determinadas zonas por otros en pantallas de vídeo.




Fruto de la globalización económica y del desarrollo del comercio online, el comercio de proximidad ha ido desapareciendo en las grandes ciudades. Antes se conservaba incluso desde tiempos inmemoriales donde podías comprar los más variados y peculiares objetos, algunos muy especializados. Primero fueron las vaquerías, las lecherías, luego casi las panaderías y ultramarinos, hasta llegar a la desaparición de las salas de fiesta y la mayoría de los cines. Incluso antiguas cafeterías o pastelerías que habían perdurado muchos años en las calles y tenían un nombre en boca de todos los vecinos. Llegaron para reemplazarles, las grandes cadenas o pequeños supermercados, y los centros comerciales que reunían gran variedad de ofertas comerciales. Sus neones o sus rótulos comerciales formaron parte de la ciudad. No nos dimos cuenta de su valor hasta que notamos su ausencia porque el negocio había cerrado.



Hoy un colectivo Paco Graco colecciona gráficas comerciales de los muchos negocios que van cerrando en Madrid. En una nave de Toledo los almacena y los expone en determinadas ocasiones como ésta del CentroCentro. Una iniciativa encomiable porque nos sirve para analizar la evolución del diseño grafico y de las costumbres comerciales de la sociedad. En la exposición madrileña podemos ver antiguos neones de salas de fiesta como Canciller o Victoria; de cafeterías como Somosierra y Hontanares; de cines como los Acteón; también todo tipo de negocios hoy venidos a menos como las librerías y las mercerías. La muestra incluye además una colección de servilletas de papel con los nombres de los comercios, otra de bolsas de plástico igualmente rotuladas, e incluso los antiguos bancos de madera del Ayuntamiento, repletos de grafitis.  También existe un conjunto de los rótulos intercambiables para los precios de las carnes y las frutas, y otros más efímeros de pizarra con tiza, que todavía se utilizan. Finalmente, los organizadores te dan la oportunidad de imprimirte tu propia servilleta con un sello de tinta referido a la exposición. Una muestra, por tanto, de historia del diseño que deja traslucir el paso del tiempo.




sábado, 25 de noviembre de 2023

Claude Monet en Giverny


La sala de exposiciones CentroCentro organiza la muestra, MONET. OBRAS MAESTRAS DEL MUSÉE MARMOTTAN MONET, PARIS. que reúne más de 50 obras originales del autor, más fotografías ampliadas y vídeos de películas antiguas que captan al autor pintando o en espacios de inmersión con espejos. También objetos personales como sus gafas especiales con filtros o su paleta para pintar. Se organiza en 6 secciones, siendo la parte principal las obras realizadas en el jardín de su casa de Giverny en el valle del Sena donde se retiró al final de su vida. Un espacio que adquirió y luego fue ampliando donde creó un jardín con plantas orientales de influencia japonesa donde mostrará su vocación e interés por la pintura hasta su muerte en 1926, tras casi perder la vista por las cataratas. La visita comienza  con la primera sección donde nos informan de la historia del Museo Marmottan, desde su fundador el coleccionista del mismo nombre hasta adoptar la denominación de uno de los creadores del Impresionismo, por ser el lugar de recepción del legado del hijo menor del artista.






La visita no deja indiferente al aficionado a la pintura, por una parte por la posibilidad de contemplar un autor cuyas obras son escasas en España, y por otra por la calidad de las mismas. Además, podemos comprender su trayectoria artística, el culmen de su fama y su legado e influencia posterior. De esta manera, la segunda sección segunda y tercera, nos informan de lo que supuso el impresionismo, un grupo de pintores que inaugurarían una forma revolucionaria de entender la pintura, siendo Monet uno de sus fundadores y quien les dio el nombre con su cuadro Impresión, sol naciente, que realizaría en El Havre. Sin duda, junto con Renoir, el más talentoso. Llevó la práctica pictórica fuera del estudio para captar los cambios de color según la luz cambiante, lo que obligaba a una técnica más rápida de pequeñas pinceladas y lienzos de menor formato. Estos cambios fueron favorecidos por la invención de los tubos de óleos que eran más fáciles de manejar por el pintor.



Monet recorrió el país multitud de veces y viajó al extranjero, Países Bajos, Italia, y Reino Unido, Londres, buscando los efectos de la luz, motivado, además, por el desarrollo de los transportes, especialmente del ferrocarril. Así podía ir de París a la periferia repleta de paisajes con bosques y ríos. También acercarse rápidamente a la costa de Normandía captar los efectos de la luz y el mar. Le gustaba tanto la representación de los colores de las flores en primavera como la nieve en invierno en el campo o en la ciudad, matizada por la niebla y el humo de las industrias urbanas y el ferrocarril. Con los impresionistas el tema deja de ser relevante. El autor, en concreto, se centró sobre todo en paisajes alejándose de la representación del cuerpo o el retrato humano. Circunstancia que abandonaría al final del siglo XIX, para volcarse con todas su fuerzas en la representación del color y de la luz en la naturaleza.



Desde el comienzo de la década de los ochenta se asentaría en su casa jardín de Giverny según se hacía mayor. Corresponde, igualmente, con su progresivo reconocimiento oficial y entre el público. Por esos años empieza a representar su jardín de plantas exóticas, de ricos colores y formas. Una y otra vez volverá sobre el tema. Empezará una investigación centrada en el agua y los nenúfares, el puente japonés, que le llevará hasta el fin de su trayectoria. En este proceso perderá progresivamente la visión debido a unas cataratas, que no le impedirá seguir pintando a pesar que no ve de forma correcta. Es la época de los grandes lienzos que donará al Estado francés, también de un nuevo estilo, donde se pierde la composición espacial, en favor de un color según su visión defectuosa. La pincelada se hace gesto como expresión de su vocación y sensibilidad artística que no disminuye nunca su intensidad. Sus cuadros finales serán fuente de inspiración de la abstracción norteamericana años después.



La exposición, por tanto, es una oportunidad para contemplar obras maestras como El tren de la nieve. Locomotora (1875), Paseando cerca de Argenteuil, y Vétheuil en la niebla (1879); más tardíos, Nenúfares (1916-1919), Londres, el Parlamento, reflejos en el Támesis (1905), y finalmente, el Sauce llorón (1918-1919), que proporcionan un recorrido memorable sobre una de las figuras fundamentales de la historia de la pintura.