Un año más la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, que cumple su 44 edición, no deja indiferente al espectador. Si eres aficionado al arte mucho más, porque podías disfrutar de una amplia gama de pintura, escultura, fotografía, video, dibujo, cerámica, tejido, y grabado, además de la oferta editorial y de ocio asociada. Prueba de ello son las cifras de más de cien mil visitantes que recorrieron los pabellones 7º y 9º de IFEMA, que contenían un total de 214 galerías nacionales e internacionales, y obra de 1600 artistas, de los que un buen número eran mujeres. Las inclemencias del tiempo atmosférico no disuadieron, por tanto, al público asistir a este evento anual. Por otra parte, hubo también éxito comercial en la compra-venta por el ánimo elevado, e incluso euforia de las galerías y profesionales asistentes a su cierre. Las compras, solamente, de carácter institucional son significativas, por ejemplo las realizadas por el Museo Reina Sofía, y tres ministerios, a los que se unen, la Comunidad de Madrid, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la capital, junto a fundaciones públicas y privadas. Tras el reciente fallecimiento de Helga de Alvear, su galería exponía obras de su propia colección y un libro sobre una mesa para mostrar las condolencias.
ARCO ha presentado propuestas acordes con la historia del arte contemporáneo, si nos fijamos en renombrados autores de vanguardia, de la primera y segunda mitad del siglo XX, como arriesgadas o emergentes en este mundo conflictivo que vivimos actualmente. Una oferta centrada principalmente en obras de artistas españoles e iberoamericanos. Artistas de estilo cubista, dadaísta, surrealista, abstracto, expresionista, mínimal, conceptual, realista, según los gustos. En un conjunto de ellas, aparecía la firma de Joan Miró, en otras tantas, de Tapies, muy numerosas, que nos informa del atractivo de su estilo en la actualidad. Llamó, igualmente la atención, los repetidos ejemplos de Pablo Palazuelo o Hernández Pijuán. Recuerdo varias obras también de Antonio Saura en distintos espacios. Se echaban en falta más oferta de fotografía, que perdía la partida frente a la pintura, las telas y la escultura más variopinta, sin excesos de tamaño, como en otras ediciones. Varias galerías mostraban la obra reciente de Miquel Barceló que revaloriza su prestigio.
La feria de este año mostró un capítulo ascendente en relación con las galerías y los artistas de América Latina. El pabellón 7º dedicaba un espacio particular a obras con la temática de la Amazonía, ese reducto de una naturaleza prodigiosa, fundamental para el planeta. Obras que muestran el diálogo con nuestro mundo urbano occidental, no solo por razones ambientales, sino por la realidades humanas de las poblaciones indígenas que están siendo masacradas de la misma manera que sus territorios, donde se busca la explotación económica. De esta manera, las manifestaciones artísticas contemporáneas expuestas están en contacto con los debates actuales, tanto políticos como sociales. Se podían observar reflexiones sobre el ascenso de la ultraderecha; las víctimas inocentes de las residencias de ancianos; la identidad de género o el transgénero; el deseo humano según su orientación; la religión y la pornografía; otras, nos referían a mundos de emociones y ensueños, o tenían como inspiración pinturas clásicas del pasado, que eran recreadas desde nuestra perspectiva del siglo XXI, así lo observamos con El triunfo de Baco de Velázquez, La maja desnuda de Goya, y El desayuno en la hierba de Courbet. Finalmente, podemos subrayar la exhibición sobresaliente de la escultura de Jaume Plensa y las fotografías de Pierre Gonnord, en los espacios de los diarios, EL PAÍS y el ABC.
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