La Fundación Mapfre de Madrid presenta la exposición, 1924. OTROS SURREALISMOS, con motivo del centenario de la publicación del Manifiesto escrito por André Breton. Comisariada por Estrella de Diego, reúne un conjunto extraordinario de pintura, dibujo, escultura, grabado, fotografía y secuencias de cine, de artistas adscritos a este movimiento de vanguardia, y de un conjunto de artistas, que recibieron su inspiración, pero no compartieron estrictamente el canon impuesto por el escritor francés. En este rico y clarificador conjunto no se obvian obras representativas de los autores más conocidos, sino que se añaden de aquellos que no lo fueron tanto. Un conjunto que se complementa con documentos escritos y revistas originales de la época. Además, tiene especial interés en mostrar la obra de aquellas mujeres que no han sido lo suficientemente reconocidas por la historiografía, pero que aquí se demuestra su número y valía.
El surrealismo fue un movimiento de vanguardia influyente y popular, que nació hace cien años, pero que todavía se muestra en el arte contemporáneo. Se extendió de la literatura, de la poesía y la novela, a la pintura, el dibujo, el grabado, y la escultura, así como la fotografía y el cine. La exposición madrileña da cuenta de todo ello, en su lugar central, el Paris de los años veinte y treinta, como en las múltiples periferias de aquellos tiempos. Por ello, en la misma, nos vamos a encontrar con obras de los autores canónicos del movimiento, como Max Ernst, Yves Tanguy, René Magritte, Paul Delvaux y Salvador Dalí. En los aledaños geográficos, los artistas españoles tuvieron una relevancia peculiar. Además del citado, también Luis Buñuel y Joan Miró, al que se une Oscar Domínguez, bien representado en la exposición, y un número extenso de artistas, localizados sobre todo en Madrid, Barcelona, Cadaqués y Tenerife. Bélgica, por otra parte, fue un centro disonante respecto a algunos postulados de Bretón.
El surrealismo pretendía mostrar el subconsciente, libre de ataduras morales y estéticas, según había teorizado Sigmund Freud. Para ello era esencial dar rienda suelta a las imágenes originadas en nuestros sueños, o mediante técnicas como el dibujo automático o la expresión plástica fruto del azar, sin reparar en encuentros fortuitos como el que subrayaba Lautréamont, entre un paraguas y una máquina de coser. La exposición desarrolla sus principales características en bloques temáticos que cubren los amplios espacios dedicados a la muestra: el sueño, el deseo, el automatismo psíquico, las relaciones con la naturaleza, la nueva visión de la ciudad, el cosmos... A medida que la situación política y social europea se fue complicando con el auge de los fascismos, se produce un desarrollo de los surrealismos en América, fruto de la emigración de los artistas. Así vemos importantes centros en Argentina, Brasil, México y Nueva York posteriormente.
Un capítulo especial de la exposición son las mujeres artistas completamente relegadas por el movimiento surrealista. Bretón veía a la mujer como fuente de inspiración artística, bellas y sin nombre, las mejores intermediarias para expresar lo inconsciente, sin duda foco del deseo masculino. La intensa y extensa exposición madrileña trata de devolverles el lugar que les corresponde por derecho propio en la evolución del surrealismo. Para ello incluye obra de treinta y cinco creadoras con uno o varios ejemplos. Destaca, Gala Dalí, Maruja Mallo, Remedios Varo, Leonora Carrington, Dorotea Tanning, Amparo Segarra, Toyen, y Grete Stern, entre tantas que la exposición pretende reivindicar. Una exposición que mantiene el interés de principio a fin del recorrido, por la calidad, diversidad, y el número de obras seleccionadas.
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