viernes, 7 de julio de 2017

La fotografía de Albert Renger-Patzsch

Paisaje de Essen y mina de carbón, 1928

La Fundación  Mapfre organiza la exposición dedicada al fotógrafo, Albert Renger-Patzsch, uno de los más representativos de la llamada Nueva Objetividad, tendencia que surgió en Alemania al finalizar la Primera Guerra Mundial. Comenzó su trayectoria en la época de entreguerras y en ella alcanzó la fama. Junto a su padre, gran aficionado a la fotografía, aprendió en la infancia el uso de la cámara. En la juventud decidió dedicarse exclusivamente a su práctica y se convirtió en el director del archivo fotográfico de la editorial Folkwang. Uno de sus primeros encargos profesionales fueron las fotografías de plantas y flore.

Stapelia variegata, Asclepiadaceae, 1923

Renger-Patzsch mostró su obra de dos maneras durante su vida. Las exposiciones y las publicaciones, una manera de llegar a un público más amplio. Su obra fundamental  fue  El mundo es bello, que apareció en 1928. Un libro que cosechó abundantes críticas positivas y una cierta polémica con el filósofo, Walter Benjamin, entorno a la malinterpretación del título. El artista prefería uno diferente, Las cosas, no el más sugerente, que pudiera dar lugar a comprender su obra con un sentido puramente estético en un momento histórico en el que la situación sociopolítica era difícil. Tras su traslado a Essen comenzó un periodo en su vida de intensa producción fotográfica sobre la región del Ruhr. La exposición madrileña reúne extraordinarios ejemplos de este periodo. 

Essen-Stoppenberg, 1929

Finalmente, desde 1944 inicia su etapa en Wamel donde regresa a los temas de la naturaleza, centrándose en el paisaje. De esta manera, el autor realizó una prolífica obra durante cuatro décadas y media, que la exposición antológica de la Fundación Mapfre, refleja de forma extensa. Un autor que apostó siempre por la total autonomía del lenguaje fotográfico frente a otras artes, muy adecuado para representar la realidad moderna. Superó el pictorialismo mediante un estilo caracterizado por la precisión técnica y la claridad compositiva, con atención a los detalles, las estructuras y las formas de las cosas. El resultado era un nuevo tipo de imagen alejado de expresionismos y estilizaciones pictóricas. La actividad práctica y los ensayos teóricos y técnicos le convertirían en el fotógrafo mas destacado de la nueva objetividad y un referente para la futura fotografía documental.

Carretera en Essen, 1929

Este cambio artístico y perceptivo, de gran pureza formal, con gran rigor técnico y fidelidad en la representación de la realidad, se manifestó de la mano de Renger-Patzsch en un amplio conjunto de temas que oscilan entre la naturaleza y la tecnología, entre la tradición y el presente. Nos encontramos en su obra edificios, objetos industriales, plantas, máquinas e incluso paisajes, una representación no propia de la nueva objetividad, pero que él si captó frecuentemente. A pesar de la intención del autor de crear imágenes que solamente fuesen fotografías, sin salirse de los recursos específicos del equipo técnico, sin manipular ni retocar, el resultado va más allá de una simple catalogación del mundo moderno, alcanza a producir armonía y atractivo visual, una creatividad que le hacer ser considerado como un auténtico artista.

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