sábado, 11 de abril de 2015

El espacio y la luz en Johannes Vermeer

Alegoría de la Pintura, 1666
Johannes Vermeer (1632-1675) es uno de los grandes maestros de la pintura holandesa barroca. Nos atrae sobre todo porque refleja de manera peculiar las características propias en cuanto a los géneros y temas tratados en este país europeo, y por poseer un estilo de gran virtuosismo técnico y singularidad. Sabemos que dejó pintar a la manera italiana, propio de sus primeras obras, para que a finales de los años cincuenta del siglo, desarrollase un nuevo estilo y temática, el que se identifica con el artista. De la pintura de historias, religiosas o mitologícas, pasó a centrarse en la de género, que tenía mayor demanda.

La lechera, 1660
La obra de Vermeer se comprende en el ámbito de un grupo de artistas como Pieter de Hooch, Gerard ter Borch, Frans van Mieris, Grabriel Metsu y Nicolaes Maes entre los más conocidos, y de los que él recibiría una cierta influencia. La temática se centra en la pintura de género, que representa interiores domésticos donde la protagonista en una mujer sola, que realiza diferentes tareas: lee, encaja bolillos, pesa joyas, vierte líquidos o toca música. A veces aparece acompañada de una criada que porta una carta, tal vez amorosa, o es acompañada por un varón con relaciones corteses.

Mujer en azul, 1662
El espectador de sus cuadros se convierte en un observador de una realidad íntima. Un pretexto para mostrar su portentoso estilo, que capta un instante de una manera sobria y simple, pero a la vez de gran complejidad. Los cuadros tienen un efecto paradójico, el observador, está próximo pero, a la vez, lejos de la escena. Un efecto obtenido por un punto de vista ligeramente bajo y un horizonte situado en la mitad superior del cuadro. La luz juega un papel esencial como elemento definidor del espacio y las cualidades de la realidad. Una luz directa que se descompone en la figura humana y en los objetos, y en la que en su difusión crea la materialidad de las cosas, superando las limitaciones impuestas por el empleo de la cámara oscura.
Mujer con balanza, 1662
Estas características las vemos en obras como La lechera (1660-61) o Dama bebiendo con un caballero de la misma fecha. Tras las que llegan sus obras mejores: Mujer con jarra (1662); Lectora en azul (1662-65); Mujer con balanza (1662-65); y sobre todo, La encajera (1670-71), donde revela las claves de su modo de pintar: pintura y luz. Las figuras ligeramente más oscuras, o enmarcadas por motivos sombreados del primer plano, destacan sobre fondos de luz. De esta manera logra un efecto llamativo: al poner en sombra los motivos del primer plano, los aleja de nosotros, y al situar las figuras femeninas contra la luz, las ha enfatizado y establecido una distancia entre ellas y el fondo, aproximándolas a nosotros.

Joven con perla, 1665
La famosa obra, Joven con perla (1665), tiene la peculiaridad de tener un fondo oscuro pero sigue los principios de pintura hecha luz. En un instante fugaz, una muchacha joven se vuelve hacia nosotros mirándonos fijamente y con los labios ligeramente entreabiertos. Destaca el brillo de la perla del pendiente en el reflejo, casi en el centro de la imagen en paralelo con los ojos de la muchacha. Sobresalen igualmente las calidades de las telas, mientras parte de la nuca se funde en la sombra del fondo.

La carta de amor, 1667
Resumen de la personalidad de Johannes Vermeer e el cuadro titulado, El Arte de la Pintura, obra que se encontraba en casa del artista a su muerte. El cuadro representa un interior en el que un pintor, de espaldas, comienza a plasmar una figura femenina con los símbolos de la Historia (Clío) y la Gloria: una corona de laurel, un libro y una trompeta. Detrás, un mapa de las diecisiete provincias de los Países Bajos antes de su separación. No es una mera representación del taller de un pintor, un cuadro de género más, sino una alegoría que une la Historia y de la Gloria en relación a la Pintura. Una reflexión sobre lo que fue la pintura antigua y cómo el artista la concibe con su obervación, a través de la composición y la luz, según su propia manera, puramente visual.

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