lunes, 15 de septiembre de 2014

Los riesgos de fotoperiodismo

Existe en la cartelera madrileña la película, MIL VECES BUENAS NOCHES, realizada por el director noruego, Erik Poppe, que aborda los riesgos que corren los reporteros gráficos en los conflictos armados. Tenemos noticias de la muerte o el secuestro de muchos de ellos cuando estaban captando imágenes en una situación de máximo riesgo. Luego las agencias o las revistas internacionales se encargan de publicarlas tras recompensar su enorme esfuerzo. Este es el caso de Rebecca (Juliette Binoche), la protagonista de la película, que con tal de hacer un reportaje sobre las mujeres suicidas cargadas con bombas pegadas al cuerpo para provocar atentados con numerosas víctimas en Afganistán, sufre las consecuencias de una explosión y queda malherida.


Regresa a Irlanda para recuperarse al lado de sus dos hijas y de su marido, que no está de acuerdo con la vida que lleva, fuera de casa y arriesgandose constantemente por el afán de documentar las situaciones más violentas que suceden en el mundo. Ella le promete que abandona la profesión de riesgo que le ha dado fama. Sin embargo, una vez recuperada recibe el ofrecimiento de una ONG para que visite un campamento en Kenia. Le acompaña su hija adolescente que tiene que hacer un trabajo sobre la penuria que sufren las gentes de este continente.


Cuando están visitando un campamento de refugiados, éste es atacado por una milicia armada. Ella decide permaner en él para retratar el ataque. Sin embargo, el someterse de nuevo a una situación violenta, poniendo en riesgo la vida, le costará la separación de su marido, que no comprende esa adicción al límite. La película termina como empezó, retratando el proceso de colocación de un chaleco de bombas a una mujer suicida en Afganistán, para completar aquél primer reportaje donde fue herida. Sin embargo no puede realizar fotografías cuando ve que es una adolescente muy joven como su hija.


La narración de la película supone una reflexión sobre los profesionales de la fotografía de guerra que se juegan la vida por su trabajo. Tienen que abandonar los países de origen, el entorno y la familia. Algunos logran la fama, otros la muerte o la tortura. Por ello tienen que ponerse unos límites éticos. Al fotografiar ciertos temas puedes caer en la complicidad de los terroristas, puedes caer en la adicción de la propia violencia extrema y la inhumanidad.

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