martes, 19 de noviembre de 2024

La escultura de Matisse


 

La Fundación Canal presenta la exposición, MATISSE. METAMORFOSIS. ESCULTURAS Y DIBUJOS, sobre una faceta desconocida del genio francés, asociado al color del Fauvismo, a una visión optimista o alegre de la vida. Pero Henri Matisse tuvo una vocación de artista interdisciplinar más allá de la pintura, entendiendo la expresión artística susceptible de ser empleada de diversas maneras. No sorprende tanto, así, que tuviese un trabajo escultórico, cuyo resultado es más dramático, intenso e introspectivo, donde el artista experimenta y crea obras fruto de su obsesión por el cuerpo humano, principalmente de la mujer. Las realizó durante toda su vida sin una progresión cronológica, constituyendo un conjunto de unas 84 esculturas, todas de pequeño tamaño, realizadas en bronce según la técnica de la cera perdida. De todas ellas, la exposición muestra unas 33, más de un tercio, relacionadas con dibujos, grabados, y fotografías antiguas de las imágenes que le sirvieron de modelo o inspiración.



La exposición organiza su exhibición en cinco secciones temáticas: Figuras agachadas; Figuras tumbadas; Figuras con brazos levantados; Retratos, y Motivos y variaciones. Matisse para la elaboración y creación escultórica tiene presente los modelos clásicos grecolatinos que representaban dioses o héroes. También la escultura contemporánea de Aristide Maillol y Rodin, además de sus procesos creativos. De hecho, dos ejemplos del primero aparecen en la misma, contrastando de manera evidente, pues las superficies elaboradas de Matisse son angulosas sin formas depuradas, resultantes del trabajo sobre la materia plástica que sirve de estructura para el bronce. De ahí surgen las series de un mismo motivo, que es el sistema creativo de Matisse, repetitivo sobre una misma idea a desarrollar. La estética definida del artista tiende a la abstracción del cuerpo humano y a la expresividad de la fragmentación y la simplificación de las formas. De esta manera se aleja del academicismo y entra de lleno en la modernidad.




Las esculturas de las venus antiguas le sirven de inspiración como observamos en su pose agachada. De ahí experimenta con la figura acurrucada o encogida, un tema muy repetido también en su obra pintada y dibujada. A través de las figuras tumbadas o reclinadas, explora la calma, la sensualidad y la intimidad. En otras la dota de un cierto dinamismo que favorece la torsión de las formas.  La pose con los brazos levantados procede de la iconografía antigua de Andrómeda y de la representación del San Sebastián del cristianismo. Además coincide con la influencia de la escultura primitiva africana cargada de erotismo. Preside la sala principal de la muestra una de sus últimas obras, el Cristo de la capilla de Vence. Cercana se encuentra su última escultura,(1950), que representa a la modelo Carmen Leschennes, de ese apodo, que representa su imponente anatomía atlética, evocando la escultura griega y la metamorfosis de los humanos en plantas, de un tema que preocupó al artista al final de su vida, la simbiosis de los femenino y lo vegetal. 



Otra sala, más pequeña se dedica a los retratos en tres series, dos para sus modelos, Jeannette y Henriette, y una para su hija, Margerite, aunque las obras más antiguas son dos bajorrelieves en grandes medallones, retratos de su pareja, Caroline Joblaud. Matisse pretende no representar de manera fiel el rostro, sino el carácter, la impresión que le proporcionan desde una relación afectiva, para ello parte de un dibujo, luego llega a un modelo en barro, que ha sido trabajado con las manos, para dar lugar a la pieza resultante de bronce, a la que seguirán otras obras sobre la misma modelo en un camino hacia la abstracción. Finalmente, las sala bajo las bóvedas de ladrillo visto, se dedica a la quinta sección, Motivos y variaciones, la única que no está dedicada a la escultura, sino al dibujo, basándose en el lienzo, Rama de hiedra (1916), realizado durante la Primera Guerra Mundial, que presenta un tema vegetal que retomará Matisse años después para este proyecto en el que experimenta sobre un motivo base desde el que va realizando variaciones como el gesto de un hombre que busca su camino, a tientas, en la oscuridad. De esta manera, el visitante, puede contemplar 11 dibujos del Motivo H, que junto a otros, estuvieron clavadas en las paredes de su taller, a modo de fotogramas, que luego fueron reunidos en un libro de 1943 bajo el título que da nombre a esta sección.


jueves, 31 de octubre de 2024

La colección Pérez Simón



La sala CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid presenta la exposición, SETENTA GRANDES MAESTROS DE LA COLECCIÓN PÉREZ SIMÓN, una selección escogida de uno de los conjuntos artísticos privados más relevantes reunidos, que suman un total de tres mil cuatrocientas obras entre pinturas, esculturas, dibujos y obra gráfica, producto de una intensa pasión por el arte y con el objetivo de su estudio, conservación y difusión. Un conjunto que muestra un espíritu enciclopédico por la variedad de autores y lugares de procedencia en tres de los continentes, Europa, América y Asia. Fruto del conocimiento y del gusto personal formado desde la adolescencia por medio de la visita de museos en su afán de búsqueda de la belleza. Una trayectoria que invita al visitante a realizar otra por esta selección que se presenta ahora en la capital, que se inicia en el Renacimiento. Destacan en esta sección titulada, Maestros antiguos y primeros modernos, un Retrato del Príncipe Carlos Luis de Van Dyck, de cuerpo entero y de gran tamaño; una Virgen con el niño, de Rubens; un extraordinario Murillo representado a San Juan Bautista; la Caridad, de Lucas Cranach el Viejo, y atendiendo al país de procedencia del coleccionista, una Virgen de Guadalupe, de Manuel de Arellano.






El siglo XIX constituye la segunda sección, seguramente el periodo que sobresale de esta exposición y de su entera colección, por el número y la calidad de sus obras. Entre ellas destaca, la pintura victoriana, el conjunto más importante de este periodo fuera del Reino Unido. Muestra sus distintas tendencias, el Academicismo, el Esteticismo, el Prerrafaelismo y el Romanticismo. Presenta una obra capital del periodo, Las rosas de Heliogábalo, de Lawrence Alma-Tadema. Tiene un apartado especial, El retrato femenino, donde se introducen obras de autores españoles, como Ignacio Zuloaga, Raimundo de Madrazo y Julio Romero de Torres. El conjunto de pinturas francesas del periodo sobresale, igualmente con relevantes ejemplos del Impresionismo, Postimpresionismo y Simbolismo, mostrando obras de Monet, Pisarro, Renoir, Gauguin, Cézanne, Van Gogh, y Gustave Moreau. Finalmente, de este siglo, observamos pinturas españolas de Sorolla y Anglada Camarasa.






La tercera sección, denominada, De las Vanguardias al arte actual, mantiene el atractivo para el espectador. Exhibe obras de Kokoschka y Munch, dentro del Expresionismo; de Picasso, Braque y Léger, que se engloban en el Cubismo; muestra una obra Dufy situada en el Fauvismo; y de Salvador Dalí, Paul Delvaux y René Magritte, representando al Surrealismo. Por otra parte, llama la atención el Desnudo reclinado con libro, de Tamara de Lempicka, en estilo art déco, y dos obras mexicanas, una de Diego Rivera, y otra de Frida Kalho, titulada, Niña Tehuacana, Lucha María, fechada en 1942. Las obras de la segunda mitad del siglo subrayan su gusto amplio y de diversa procedencia, con autores como Mark Rothko, Alex Katz, Pistoletto, Miquel Barceló y Manuel Valdés. La sala que pone fin al recorrido incluye obras procedentes de Japón y de China, potencia artística emergente. Finalmente, un paisaje urbano del realismo madrileño, la clásica representación del comienzo de la Gran Vía, de Antonio López García.





lunes, 28 de octubre de 2024

La fotografía de Christian Franzen


 

La Academia de Bellas Artes de Madrid presenta la exposición, FRANZEN: UN DANÉS EN EL MADRID DE LA RESTAURACIÓN, que reúne doce obras procedentes de su colección en la pequeña sala dedicada a este medio, y otras procedentes de colecciones privadas en una mesa acristalada. El autor nació y se formó como fotógrafo en su país natal donde llegó a abrir un estudio. Con 26 años se trasladó a Madrid instalándose en la calle Príncipe, número 11. Poco a poco se convertiría en uno de los estudios más relevantes de la época, siendo nombrado fotógrafo de la Casa Real en 1899. Realizaría, así numerosos retratos de la Regente, con la que tendría amistad, y su hijo Alfonso XIII, así como de toda la familia. Ganado su prestigio también sería retratista de la aristocracia, de la clase alta madrileña, y de numerosos personajes famosos por su escritura, como Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán, cuyos retratos están en esta exposición. Igualmente, numerosas personas que quisieron inmortalizar su imagen en momentos relevantes de su vida.



Christian Franzen y Nissen, no solo fue un notable retratista, sino que destacó en el fotoperiodismo, captando imágenes de grupo en los salones de la Corte. La exposición exhibe un libro con una colección de sus fotografías publicado en la época. También captó paisajes urbanos, como la fotografía del comienzo de la Gran Vía, y realizó obras de pinturas para su posterior publicación. Este interés por el arte le granjeó la amistad de Joaquín Sorolla, a quien retrató junto a su familia. El pintor valenciano le correspondió con un retrato de su mano.



La fama obtenida por el fotógrafo está justificada por la calidad técnica de su obra. Desarrolló en su estudio distintas innovaciones que luego serían patentadas. Desde muy pronto fue uno de los profesionales en utilizar primero el flash de magnesio. Trabajaba, así, tanto en negativo en cristal para añadir tonos y graduaciones, como el positivo, que le da esa factura singular a sus imágenes. Por otra parte, la exposición conmemora los cien años de su muerte, aunque con retraso, pues él murió en 1923. A pesar de ello, su estudio continuó abierto por su hija Mimi y su primo hasta 1970. La mayor parte del trabajo de Franzen está depositado en el Fondo Documental de RTVE, que lo adquirió por aquella época, y hoy está digitalizado y publicado en su página web para su consulta.




lunes, 7 de octubre de 2024

Las 31 mujeres artistas de Peggy Guggenheim


 

La Fundación Mapfre de Madrid presenta la exposición, 31 MUJERES. UNA EXPOSICIÓN DE PEGGY GUGGENHEIM, que reúne una selección y reinterpretación de las obras de las artistas que estuvieron en la mítica exposición organizada por la galería neoyorquina, Art of This Century, propiedad de la famosa mecenas. Una exposición, Exhibition by 31 Women,  inaugurada en 1943, que fue de las primeras que mostraba obras de artistas mujeres, en este caso provenientes de EEUU y de Europa. En la organización y selección participaron a parte de la propia mecenas, Marcel Duchamp, André Breton, y Max Ernst. Pretendía mostrar un arte hecho por mujeres y superar los prejuicios y estereotipos impuestos por la sociedad patriarcal. De la misma forma, demostrar una perspectiva propia de los lenguajes pictóricos contemporáneos, por esos años adscritos al surrealismo y el expresionismo abstracto. 




La exposición originaria supuso un hito importante en la historia del arte contemporáneo, sentando las bases para un mayor reconocimiento de las aportaciones de las artistas mujeres. Así, posteriormente en 1945, la galería organizaría, The Women, y luego, inspiraría una serie de muestras individuales. El recorrido de la exposición actual en Madrid se inicia con un preámbulo que nos cuentan estos aspectos a través de fotografías y documentos de la época, las opiniones personales de Peggy Guggenheim sobre el arte hecho por mujeres. Una enorme imagen de ella en su galería cubre una de las paredes como símbolo del valor de su iniciativa. La segunda parte de la exposición se organiza en cuatro secciones que proponen una aproximación a los ejes temáticos y estrategias que exploraron las artistas representadas con el objetivo de afirmar su independencia y superar los tópicos dependientes de los criterios masculinos.



La primera sección se denomina, El yo como arte, que alude a la autorrepresentación como una de las estrategias utilizadas para escapar de los roles de género y expectativas sociales de la ideología burguesa. Para ello emplearon disfraces, maquillajes, personalidades inventadas a través de perfomances, y creando relatos inventados sobre sí mismas mezclados con la realidad. La segunda sección denominada, Lo extrañamente familiar, alude a lo siniestro, un concepto de Freud, por el cual las creadoras reinterpretaron los géneros del paisaje y bodegón. La casa no es un contexto amable y acogedor vinculado a la feminidad, sino un territorio amenazante y misterioso. Además, los objetos y los paisajes cotidianos aparecen revestidos de un sentido perturbador. La tercera sección, Bestiarios, muestra la importancia de la representación de animales de las artistas vinculadas al surrealismo. Se recrea un mundo mítico, habitado por seres en proceso de transformación, donde se difuminan los límites entre lo humano y animal. Libre, por tanto, al superar las identidades heredadas.



La cuarta sección lleva como título, The Middle Way: Lenguajes de la Abstracción, que expone la aportación de las participantes a estos lenguajes en su mayoría alejados del expresionismo imperante. De esta manera, prestaron atención a la hibridación de prácticas y a las artes decorativas, enlazando con los rasgos propios de la abstracción producido por mujeres desde principios del siglo XX. Finalmente, el recorrido termina en una sala que hace de epílogo, donde cuelgan los retratos fotográficos de las artistas que participaron en la exposición de 1943, unidos con líneas formando un atlas, que indican su aportación al arte de su época y las redes de colaboración y amistad que se establecieron entre ellas, al margen de las que tuvieron con sus colegas masculinos.



sábado, 15 de junio de 2024

El arte de Erwin Olaf


 

Una de las exposiciones más destacadas de PhotoEspaña 2024 corresponde al fotógrafo holandés, Erwin Olaf, que lleva como subtítulo, Narrativas de emancipación, deseo e intimidad. Una amplia retrospectiva que reúne 185 fotografías, una veintena de vídeos y videoinstalaciones, desplegada en los espacios del Centro Fernán Gómez. Una muestra que es un rendido homenaje al artista que el pasado año falleció de una enfermedad pulmonar. También, un auténtico In Memoriam a través de su obra y sus propias opiniones escritas en las paredes. Una obra que el visitante encuentra sin un orden cronológico, sino temático, que nos informa de la calidad y fama del autor. Un artista que se debate constantemente entre la imagen estática y en movimiento. 



De acuerdo al título de la exposición, ésta se articula en tres aspectos según la dirección de su práctica artística: la emancipación (el cuerpo político), el deseo (el cuerpo sensual) y la intimidad (el cuerpo afectivo), y más concretamente, en series temáticas entre los años ochenta y 2020. Identifican, antes que todo a un artista comprometido con las reivindicaciones de su tiempo: la identidad, el género, la raza, la sexualidad, el multiculturalismo y la ecología. En consecuencia, las obras se presentan en tres capítulos, una introducción y un epílogo, que no dejan impasible al espectador. Un conjunto de poderosas imágenes artísticas, elaboradas o teatralizadas, donde los protagonistas se muestran estáticos la mayoría de las veces en las más diversas poses.



El primer espacio de introducción se dedica a sus autorretratos desde hace cuarenta años. Una forma de hablar de sí mismo. El capítulo 1 lleva por título, así,  Emancipación, que reúne obras de compromiso social. Un compromiso que desde su inclinación sexual, pone el foco de atención en la piel de los cuerpos desnudos mas que en la pasión. Tiene aversión a un arte explícitamente político que le limitaría estéticamente. En la serie Grief (Pena) coreografía la emoción, el momento en el que el pueblo norteamericano recibe la noticia de la muerte de Kennedy.  



Por otra parte, el fotógrafo considera que vivimos en un mundo cambiando rápidamente y cómo carecemos de respuesta, estamos paralizados. De esta forma, sobresalen dos series, Berlín, en la que nos lleva al mundo de entreguerras con la cual nos parecemos tanto; e Im Wald (En el bosque) donde confronta el poder de la naturaleza y la arrogancia humana. Para ello se inspira en El caminante sobre el mar de nubes del pintor romántico, Caspar David Friedrich, donde él mismo se fotografía contemplando la finitud más que el futuro. Emplea en este caso el blanco y negro, frente al color, más empleado por el artista, porque reduce la imagen a su esencia.



El capítulo 2 se titula Deseo. El espacio tiene las paredes rojas y reúne obras relacionadas con la sensualidad, la sexualidad y el mito (el cuerpo sensual). El espectador se encuentra con esculturas que interaccionan con fotografías y vídeos. También nos encontramos con una videoinstalación en el centro sobre la idea que cuando hablamos del cuerpo desnudo nos referimos a gente joven, pero en las personas ancianas pervive el deseo, e igualmente el atractivo de sus cuerpos. El capítulo 3 se refiere a la Intimidad, a obras relacionadas con los afectos y los sentimientos. Trata de la relación del artista con su madre en la serie, Separación, o la alienación y el aislamiento del individuo en una megalópolis, en Shanghái. Finalmente, el recorrido termina con Epílogo, que expone la serie April Fool 2020, que es un llamativo autorretrato de Erwin Olaf durante la pandemia Covid-19, donde nos recuerda la fragilidad de nuestro mundo. En ese figurado Día de los Inocentes, narra la ansiedad de la gente jamás vivida, el sentirse como un bufón a quien nadie presta atención y el hastío que supuso el interminable encierro.



lunes, 10 de junio de 2024

La fotografía de Consuelo Kanaga


 

La Fundación Mapfre de Madrid presenta la exposición, CONSUELO KANAGA. ATRAPAR EL ESPÍRITU, que constituye una retrospectiva de esta fotógrafa norteamericana pionera de la modernidad, que reúne un gran número de copias de la época y publicaciones relacionadas con su labor profesional, provenientes del Museo de Brooklyn, donde está depositado su archivo. Aprendió la fotografía de forma autodidacta cuando escribía en el periódico San Francisco Chronicle  como complemento de sus textos. Luego sería su principal actividad, convirtiéndose en una de las primeras mujeres fotoperiodistas. Supo relacionarse con el mundo del arte, y dentro de éste, con movimientos de vanguardia de la imagen como los grupos f.64 y el Photo League. A principios de la década de los 20, complementaría su trabajo en la prensa con un estudio dedicado al retrato, género que se convertiría en principal foco de su actividad artística. De esta manera, se mantendría a sí misma y a sus parejas con la realización de retratos en la que destacaría con especial maestría. De hecho, constituyen el mayor número de las fotografías conservadas en su archivo.




El retrato le permite a Kanaga la experimentación con la imagen para realzar la capacidad expresiva mediante la pose, el recorte, la iluminación y la impresión. Rostros de retratados con las manos cerca, sobreexpuestos o subexpuestos, con fuerte contrastes de luces y sombras. Por otra parte, la fotógrafa fue una artista comprometida con la justicia social, la igualdad, la solidaridad, en favor de los derechos laborales y contra el racismo tan extendido por su país. Tras su viaje por países como Francia, Italia, Alemania, Hungría, y Túnez, fotografiando monumentos y sus gentes, se comprometió con la realidad social norteamericana en plena ebullición por los efectos de la Gran Depresión de los años 30. En esta época participó en el movimiento Nuevo Negro, que le llevó a colaborar en la redefinición y la celebración de la identidad afroamericana, a través de la realización de retratos de personalidades destacadas en la poesía, música y las artes plásticas.




Fruto de sus inquietudes, también participo en el movimiento de la fotografía obrera en esos años cruciales de entreguerras. De esta manera, en Nueva York, realizaría fotografías para publicaciones de izquierdas para fomentar la solidaridad de los trabajadores, frente a la reproducción de los valores de las clases acomodadas. Además, Kanaga fue un gran apoyo para muchas mujeres fotógrafas como Dorotea Lange, Berenice Abbot, Imogen Cunningham, Louis Dahl-Wolfe y Tina Modotti, entre otras, cuya fama ha perdurado más, a pesar de la inspiración mutua, porque ella no atendió tanto a su carrera profesional, como a la relaciones con quien apreciaba dentro y fuera del medio o sus circunstancias personales.



 A pesar de todo, en 1948 fue incluida en la exposición In and Out of Focus en el MOMA, con una fotografía que representaba el entorno natural de su nueva casa. Nunca olvidó su compromiso en captar la dura realidad de los afroamericanos en sus viajes al sur de los EEUU, hasta principios de la década de 1960, y su participación en libros como Prison Notes, de la escritora Barbara Deming. De todas maneras, la actividad fotográfica de Kanaga, disminuyó en las dos últimas décadas. Una actividad que compatibilizaba las necesidades económicas a jornada completa y la práctica del arte los fines de semana.



miércoles, 5 de junio de 2024

El ¨Ecce Homo¨ de Caravaggio recuperado

El Museo del Prado mostrará durante nueve meses uno de los descubrimientos más importantes de la historia del arte de los últimos años, un Ecce Homo de Caravaggio, que iba a ser subastado en la sala Ansorena de Madrid como una obra del círculo de Ribera, por el precio ridículo de salida de mil quinientos euros, cuando ha sido vendido recientemente por treinta millones de euros, a pesar que ha sido declarada inexportable y Bien de Interés Cultural. Provenía de la familia Pérez de Castro, de uno de sus miembros coleccionista e ilustrado, redactor de la Constitución de 1812. La obra la cambió por otra a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y proviene de las colecciones de Felipe IV. Su origen se encuentra en Nápoles, adquirida por el virrey de ese reino.

Los barnices y el polvo acumulado parece que no dejaban mostrar su auténtica valía. El museo del Prado la expone tras la minuciosa y precisa restauración internacional, primero, en una sala específica, oscura, que resalta las luces y sombras propias de la pintura, y luego, se dice, junto a sus colecciones. De su contemplación se puede destacar que causa impacto en el espectador. Sin duda, es una obra superior, llena de matices, poderosa, de la mano singular de un gran maestro como Caravaggio, en pleno apogeo de su estilo, más libre y seguro. Un tema muy repetido al que el artista proporciona un dramatismo y un sentimiento pronunciado.  

El grupo de figuras parece que se asoma a una ventana. En primer plano, Pilatos pronuncia la frase célebre del Evangelio. Tiene una postura girada, pues mira al público, mientras los brazos se vuelven a Cristo en segundo plano con la cabeza caída y los ojos cerrados por el dolor de la corona de espinas desde donde cae la sangre con naturalidad. Detrás, un soldado con la boca abierta y mirando a la masa que pide justicia. La restauración ha logrado resaltar los más mínimos matices de luz y color. Sus dos manos abren un manto rojo como la sangre que expone el cuerpo desnudo. El tamaño de la obra es la ideal, ni pequeña, ni demasiado grande, llena de armonía y extraordinaria belleza. Se afirma que siempre va a estar de cara al público. Sería lo más acertado por la calidad superior que muestra y el sentimiento que transmite.