El Museo Reina Sofía de Madrid organiza la exposición, MONDRIAN Y DE STIJL, el principal evento del centro durante la temporada de otoño e invierno, marcada por la pandemia del coronavirus. Un acontecimiento significativo por la carencia de obras en nuestro país del Neoplasticismo holandés, todas ellas de gran valor. Para ello, el museo ha reunido 95 obras, siendo 35 de Piet Mondrian, y el resto del conjunto de artistas que se organizaron tras la revista De Stijl, que fue fundada por Theo Van Doesburg en 1917. Entre la Revolución Rusa y el ascenso del nazismo, nació, por tanto, un nuevo estilo expresión de la sensibilidad moderna, un estilo abstracto, de carácter geométrico.
Los miembros De Stijl mostraron caminos diferentes, todos ellos con la pretensión de romper las barreras que separaban a las distintas disciplinas. Así, nos encontramos en la exposición, maquetas y diseños arquitectónicos, sillas diseñadas en el ámbito de las artes aplicadas, como habitaciones de casas decoradas según el nuevo estilo. Aunque nos encontramos obras de artistas como Theo Van Doesburg, Petrus Berlage, Georges Vantongerloo y Rietveld, la mayor relevancia corresponde con la trayectoria de Piet Mondrian, el que tiene mayor edad, y fundamenta teóricamente la nueva plástica. Las primeras obras expuestas de comienzos del siglo XX, paisajes y objetos entroncan con la pintura holandesa de los grandes maestros.
En la ruptura estilística y conceptual de Mondrian, se encuentra el objetivo de concebir una nueva forma de expresión de la belleza acorde con el presente, sin expresar al sujeto o la funcionalidad propia del cuadro. El pensaba que el arte se relaciona con la realidad, y esta puede cambiar con el paso del tiempo. De esta manera, tiene que cambiar el arte. Por otra lado, el arte permanece siempre por su naturaleza, lo mismo que la esencia de la realidad. Además, pensaba que el hombre actual, se aleja lentamente de lo natural y tiende a lo abstracto. Como así fue su evolución estilística, sintetizada finalmente en 1918 en una pintura donde valora la superficie, la estructura, la composición de colores planos y líneas rectas, llegando a configurar un nuevo estilo abstracto geométrico, una pintura que podía liberarse del marco y determinar el entorno en el que se presentaba. Por tanto, las artes visuales del siglo XX quedaban redefinidas con la mejor forma de expresar la modernidad.
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