domingo, 22 de enero de 2023

Hergé y el Arte


El Circulo de Bellas Artes de Madrid dedica una antológica al famoso artista del cómic, HERGÉ. Las dos salas dedicadas a exposiciones temporales muestran su larga trayectoria. En el primer piso sus comienzos, y ya reconocido por el público, el segundo. Georges Remi es el nombre propio tras el alias de Hergé. Nació en Bruselas, Bélgica a la que estuvo ligado siempre, aunque con una vocación universal cuando alcanzó la fama. Desde niño se inclinó hacia el dibujo, a expresarse con imágenes. Solamente de esta forma alcanzaba la calma. A los 14 años publicó en la revista de los Boys Scout, a los que pertenecía. Era una aventura de Totor.  Posteriormente, crearía el personaje que le daría su reconocimiento, Tintín, el reportero de Le Petit Vingtiéme en 1929. Su primera aventura fue Tintín en el país de los soviets, un año después. Por aquellos años, compatibilizó el trabajo en el cómic con el diseño publicitario, que acabaría abandonando a pesar de su talento.





Hergé fue un dibujante autodidáctica, influido por los autores del momento. Luego se formaría en el arte contemporáneo que delimitarían sus gustos. El se consideraba un artesano al servicio de los medios gráficos, pero llegó a contribuir a que el cómic se considerare un arte con mayúsculas. En la exposición que está abierta estos días podemos observar algunos cuadros de su colección privada, donde no le importaba la representación abstracta, a pesar que él era un artista fundamentalmente realista. Admiraba a Jean Dubuffet, Serge Poliakoff, Miró, Lucio Fontana, Raynaud, y la pintura Pop, la de Lichtenstein o Andy Wharhol, cuyo retrato se puede ver en la muestra. En la década de los sesenta, se planteó dedicarse a la pintura, idea que desechó tras realizar unos treinta lienzos, por considerarlo incompatible con las aventuras de Tintín.



El comenzó trabajando sólo, con alguna ayuda de su mujer, una labor ardua si quería proporcionar la máxima calidad a su obra. Durante la Segunda Guerra Mundial siguió trabajando en el periódico controlado por los alemanes, Le Soir, en pleno auge de su carrera, circunstancia que dio pie suspicacias que no llegaron a más. En 1946 se publica el primer número de la revista Tintín, con las aventuras ya coloreadas, en un formato de álbum, mejor adaptado al gran público. El éxito y la necesidad de rigor, le hacen contar a partir de 1950 de un equipo, que le ayude a desarrollar sus planteamientos originales, sobre todo los referidos a la puesta en escena, de aquellos países y costumbres, coches, máquinas, edificios, que aparecen en las aventuras del famoso personaje. Un personaje, que de hablar en francés de Bruselas, empieza a comunicarse en múltiples lenguas, hasta las del Lejano Oriente.



Al estilo del dibujo de Hergé se le ha definido como línea clara, un trazo simplificado pero lleno de vitalidad al servicio del relato. El artista, así parte de una idea, de ese relato que esboza en dibujos hasta delimitarlo en viñetas completas. Luego el equipo lo remata con tinta y color, para terminar en la imprenta. El lenguaje cinematográfico ha estado siempre presente en su obra, en relación a la composición de las escenas, y sobre todo en la utilización de las elipsis. A lo largo del tiempo el estilo de Hergé, según sus propias humildes opiniones fue mejorando hasta alcanzar su madurez. Su mentalidad se hizo más abierta a las aportaciones tecnológicas de su tiempo y a otras culturas. Se achaca a las aventuras de Tintín el ir dirigidas a chicos, donde la mujer no tiene suficientemente protagonismo. Luego, la familia, entre un numeroso conjunto de personajes, se amplió, pues junto al perro Milou, surgieron Tornasol, Hernández y Fernández, Bianca Castafiore, y sobre todo,  el capitán Haddock. Unos personajes que son más que simulaciones de seres vivos, son proyecciones del autor, egos experimentales, en palabras del escritor Milan Kundera.

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