sábado, 4 de marzo de 2023

La pintura de Leonora Carrington


 

En estos días que nos acercamos a la festividad del Día Internacional de la Mujer del 8 marzo, la exposición antológica que exhibe la Fundación Mapfre de Madrid, LEONORA CARRINGTON. REVELACIÓN, y en plena reivindicación del feminismo, resulta de lo más oportuna. Además por la ausencia de muchas mujeres artistas en la historia del arte, y en las grandes exposiciones que realizan las entidades culturales. La artista británica, que pasó la mayor parte de su vida tras el exilio de la guerra mundial, desarrolló parte su obra dentro del mundo hispánico, y su biografía la hizo convivir con artistas que huyeron de Europa por las mismas causas. La exposición trae por primera vez a España un conjunto numeroso de sus pinturas, dibujos y escritos, para darnos a conocer la importancia de su actividad artística.



Después de ver la amplia antológica de su obra a lo largo de su longeva vida, estamos de acuerdo de entender su constante producción creativa como una auténtica revelación y una iluminación constante que se adelantó al futuro. Esta trayectoria estuvo influenciada por las circunstancias vitales. Nacida en una familia acomodada, de joven se interesó más por los cuentos y la literatura fantástica que por la educación formal. Igualmente, por los relatos orales que le contaba su madre y su niñera de origen irlandés. Pronto dirigió sus estudios hacia el arte, primero en Florencia, luego en París y Londres, donde entraría en contacto con el movimiento surrealista. De la mano de Max Ernst, huye de su familia, y se instala en el sur de Francia, y allí lleva a cabo junto a su mentor su primera actividad artística centrada sobre todo en la escritura. 



El estallido de la guerra mundial, le hace de nuevo huir fuera de Europa. En el viaje a Lisboa es agredida sexualmente en Madrid. Las consecuencias le llevarían a pasar un año recluida en un hospital psiquiátrico en Santander. Tras su recuperación, parte a Nueva York en 1941, donde entra en contacto con el grupo surrealista de nuevo, impulsado por André Bretón y Marcel Duchamp. Finalmente, se asentará en México en 1943, formando un nuevo grupo creativo junto a su reciente marido, el fotógrafo Emerico Chiki Weisz, los también fotógrafos Kati Horna, esposa del escultor español, José Horna, la pintora Remedios Baró y el poeta Benjamín Peret. Desde este momento desarrollará su polifacética labor artística, cuya trayectoria total la exposición organiza en 10 secciones. Las tres primeras son anteriores a la llegada a EEUU, que comprenden los primeros escritos y acuarelas que revelan un mundo fantástico, extraído de su formación y lecturas de la infancia; la huida junto a Max Ernst, al sur de Francia, retratada por la fotógrafa Lee Miller; y la estancia traumática en España, mostrada en su relato, Memorias de abajo.



Las siete secciones restantes aluden a los componentes esenciales de su obra influenciados por la experiencia de la vida y sus inquietudes intelectuales. Como dijo su mecenas y amigo en México, el aristócrata, Edward James, sus pinturas no sólo están pintadas, sino elaboradas como una hechicera a medianoche, expresión de la líbido y el subconsciente Universal. De esta manera, un tema de su obra, de su iconografía, se relaciona con los saberes arcanos y las artes adivinatorias; otro, se integra con la feminismo que Carrington reivindica a partir de los años sesenta, apostando por la complementariedad de los sexos. Una condición femenina unida a una comprensión y respeto por la naturaleza. Su estudio descubre una riqueza cultural oculta que muestra a la mujer como deidad, no como un género culpable susceptible de ser oprimido. Finalmente su interés, por las mitologías antiguas de México.




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