viernes, 31 de mayo de 2024

La pintura de Isabel Quintanilla


 

El Museo Thyssen de Madrid presenta la exposición, EL REALISMO ÍNTIMO DE ISABEL QUINTANILLA, la primera retrospectiva de esta artista en España, pues su reconocimiento se produce antes en Alemania, donde participó en la Documenta de Kassel de 1977. De allí proceden la mayoría de las obras de esta muestra. Pertenece al grupo de los realistas de Madrid, formado por cuatro mujeres y tres hombres, que se formaron juntos y se casaron entre ellos. Las mujeres en este grupo ocuparon un lugar destacado, al que rinde homenaje la exposición junto a la protagonista. Sin embargo, el contexto político y social de la dictadura, no fue propicio para ello. Un contexto que relegaba a la mujer a las tareas domésticas, y luego el apoyo al informalismo frente al estilo realista de la pintura. Isabel Quintanilla mostró pronto su talento para el dibujo y la pintura. Junto a su marido, el escultor Francisco López, que había recibido una beca en la Academia Española de Roma, pasan cuatro años en la Ciudad Eterna, tiempo de formación y experiencias. En ella, igualmente, pesan las ausencias, las de su padre, militar republicano que murió preso, la de su madre, que se ganaba la vida con la costura para salir adelante.



Su talento es evidente para el dibujo y la pintura. Trata de captar con precisión los objetos y la naturaleza al mínimo detalle, y bajo la influencia de una luz cambiante, sin ocultar el paso del tiempo sobre ellos. Su estilo, por tanto, es realista, sin pretender emular la fotografía. Las citas de la novela de Rafael Sánchez Ferlosio en la exposición, nos dan una pista en captar lo cotidiano, una realidad que esconde, de todas maneras diferentes significados. La presencia humana está ausente, pero se alude a ella, sin duda, la propia artista y su familia, que habita los espacios y utiliza los objetos. Por eso se dice que es una pintura íntima, en la que participa la artista desde el punto de vista emocional. Pinta bodegones a la manera clásica, pero situados en la época contemporánea: un vaso de Duralex con flores y otros recipientes que exhiben su marca comercial, a la manera Pop. Fascinan los interiores de puertas abiertas que dejan entrever los espacios. También cuando miran por la ventana al jardín del patio, un tema recurrente. En los patios prima el recuerdo de su estancia romana, bajo la influencia de las villas antiguas. Por otra parte, algunos objetos de esos interiores aluden a la actividad artística de su habitantes.




Isabel Quintanilla pinta igualmente paisaje, natural y urbano. Entornos que conoce y habita por su experiencia personal, como son los de la Comunidad de Madrid y Extremadura. Realiza, entonces, perspectivas que se pierden en el horizonte, según su propia atmósfera. Las urbanas, de la capital de España y de Roma, son realizadas desde una punto alto de vista. El cielo ocupa gran parte del lienzo, o la mitad del mismo si es un paisaje natural. Podemos decir que no vemos a la artista en el recorrido de su obra que realiza la exposición, salvo el Autorretrato de 1962, sin embargo, su mirada y su personalidad, nunca se ausentan de las imágenes. Las pinturas del interior de sus casas, los patios, las vistas de las ciudades y los campos, muestran a la mujer que los observó y los traspuso al lienzo en un tiempo determinado. Ese tiempo ha pervivido de esta forma. Nosotros, el espectador actual, nos asomamos a esos objetos y lugares que ella percibió con profunda emoción, y que nos desvela a través del arte.



viernes, 17 de mayo de 2024

Arte y Naturaleza


 

Una pequeña exposición se da cita en el CaixaForum de Madrid en colaboración con el Centro Pompidou, denominada, ARTE Y NATURALEZA. UN SIGLO DE BIOFORMISMO, que reúne unas ochenta obras de pintura, escultura, fotografía, cine y diseño. Plantea un diálogo fructífero entre los lenguajes artísticos y las formas de la biología natural. Se extiende cronológicamente durante cien años desde el primer tercio del siglo XX hasta principios del siglo XXI, nuestra época. Se organiza en cuatro secciones: Metamorfosis, es el título de la primera, que muestra un grupo de pinturas surrealistas protagonizadas por los grandes maestros pertenecientes o próximos a este grupo como Dalí, Yves Tanguy, Max Ernst, el propio Picasso y Le Corbusier. En ellas las formas humanas se transforman por otras vegetales o animales. También incluye un grupo de obras abstractas que incluyen motivos de este tipo, siendo ejemplo las pinturas de Kandinsky. Un grupo de esculturas experimentan, igualmente, la metamorfosis humana en un ser híbrido con seres naturales.




Las obras de Alexander Calder o Alvar Alto imitan la naturaleza, y otros ejemplos demuestran la capacidad de fascinación de aquellas formas de minerales, plantas y seres vivos, incluso los más microscópicos, hasta ahora desconocidos, recientemente descubiertos por las nuevas técnicas, sobre la creatividad artística. Corresponden a la segunda sección, denominada, Mimetismo. En el siguiente espacio, titulado, Creación, el arte imita los principios generativos de la naturaleza, y ésta, a su vez, se transforma en arte. Corresponde, sobre todo al arte abstracto, y a movimientos surgidos en la década de 1960, como el arte povera en Italia o el land art en EEUU, en los que observamos piezas escultóricas elaboradas con elementos naturales, como raíces de árbol,  piedras o plumas de aves en su estado original. 



Finalmente, la cuarta sección, se titula con el explícito título de Amenaza, que alude a una naturaleza contaminada, alterada por la polución en todas sus formas, en un contexto histórico, después de los años cincuenta con el nacimiento de la energía atómica y del incremento exponencial de la producción industrial y el consumismo. Este mundo, de esta manera, influye en las obras artísticas, que reflejan los riesgos para el ser humano. La obra de la artista suiza Pamela Rosenkranz, Estanque de piel (relucir), un gran tanque con un líquido rosado de apariencia tóxica en constante movimiento, ocupa gran parte del espacio, junto a la pieza del artista japonés, Tetsumi Kodo, Polución-cultivo-nueva-ecología, que alude a un jardín posnuclear compuesto con flores de formas fálicas. Termina la exposición con una instalación audiovisual para la que se necesita unas gafas 3D, perteneciente a Exodus del artista, Jeremy Deller, donde se visualiza la salida de murciélagos de una cueva.



lunes, 13 de mayo de 2024

La pintura de Antoni Tàpies



El Museo Reina Sofía presenta la exposición, ANTONI TÀPIES. LA PRÁCTICA DEL ARTE, organizada junto a la fundación del autor. Constituye la mayor retrospectiva hasta la fecha que reúne más de 220 obras pictóricas, dibujos, esculturas y documentos. Los grandes espacios del museo alojan en su cuarta planta esta relevante muestra, que nos informan de la importancia de uno de los artistas más sobresalientes del arte español e internacional a través de su trayectoria entre 1943 y 2012. Sus obras no dejan indiferente al espectador. Rezuman inspiración y pensamiento profundo, expresado por medio del lenguaje artístico. Definen un creador culto, que reflexiona sobre la condición humana y la espiritualidad, siendo receptivo a las culturas orientales y africanas. Desde joven tuvo presente las formas de grandes artistas como Van Gogh y Picasso, posteriormente, de Joan Miró, Paul Klee y Max Ernst. Al inicio su estilo se ve influenciado por el Surrealismo, al mostrar un mundo fantástico o mágico. Perteneció al grupo Dau al Set junto a Joan Pons y Joan Brossa, contribuyendo a la renovación artística de posguerra. 



A partir de 1953, su pintura cambiaría hacia la experimentación matérica. La superficie del lienzo presentaría texturas densas como un muro lleno de incisiones, marcas, garabatos, perforaciones y otros signos. Al artista le influyó las fotografías de grafitis capturadas por Brassaï en las paredes del antiguo Paris. Una pintura de apariencia abstracta, sin alejarse de la realidad. Pronto llegaría el reconocimiento internacional como una figura destacada de la vanguardia. Las exposiciones en el MOMA de Nueva York, en la Documenta de Kassel, la Bienal de Venecia o de Sao Paulo, y el Guggenheim lo atestiguan. Podemos contemplar algunas de las obras que fueron expuestas en aquellas muestras nuevamente reunidas para esta ocasión. 



Esta temprana fama impulsa la búsqueda de nuevos caminos, que muestran un interés por el objeto convertido en escultura, donde recibe la influencia de Marcel Duchamp. Unos objetos que se incorporan, a veces, al lienzo y sobrepasan la superficie bidimensional. Son objetos desvencijados, fuera de uso, que no apelan al pasado, sin al futuro, que se articulan entre sí y con el lugar en el que se sitúan. Por otra parte, cabría mencionar una serie de cuadros que emplean de manera sencilla el cartón, sin apenas modificar, algunos deteriorados, que cobran una fuerza propia, la artística tras la manipulación del autor. Otro aspecto a destacar en su trayectoria, sería la capacidad sugestiva que tiene el color, obscuro muchas veces, otras claro y llamativo. La experimentación de los años ochenta con los barnices refuerza esta posibilidad.



La obra de Tàpies expresa el compromiso político frente a la dictadura franquista, que le acarrearía un arresto tras su participación en reuniones clandestinas. También cedió obras para sufragar la multas que imponían las autoridades frente a los movimientos de protesta. Un compromiso que se hace explícito en las propias pinturas como aquella que dedica a la memoria de Salvador Puig Antich, un joven anarquista ejecutado por el régimen. Para el autor el arte es una herramienta de denuncia al servicio de la sociedad, y el propio artista, una persona, de esta manera, implicada. Fue consciente, así, según el paso del tiempo de los acontecimientos históricos, la llegada de la democracia en España, la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética, y finalmente, la guerra de los Balcanes, que repercutieron en sus manifestaciones artísticas. Unas manifestaciones, que se llenarían de melancolía en las décadas finales por la toma de conciencia de la proximidad de la muerte. Por ello, sin perder la inspiración de su singular estilo evocan el olvido, con referencias a la enfermedad y el dolor.