El Museo del Prado mostrará durante nueve meses uno de los descubrimientos más importantes de la historia del arte de los últimos años, un Ecce Homo de Caravaggio, que iba a ser subastado en la sala Ansorena de Madrid como una obra del círculo de Ribera, por el precio ridículo de salida de mil quinientos euros, cuando ha sido vendido recientemente por treinta millones de euros, a pesar que ha sido declarada inexportable y Bien de Interés Cultural. Provenía de la familia Pérez de Castro, de uno de sus miembros coleccionista e ilustrado, redactor de la Constitución de 1812. La obra la cambió por otra a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y proviene de las colecciones de Felipe IV. Su origen se encuentra en Nápoles, adquirida por el virrey de ese reino.
Los barnices y el polvo acumulado parece que no dejaban mostrar su auténtica valía. El museo del Prado la expone tras la minuciosa y precisa restauración internacional, primero, en una sala específica, oscura, que resalta las luces y sombras propias de la pintura, y luego, se dice, junto a sus colecciones. De su contemplación se puede destacar que causa impacto en el espectador. Sin duda, es una obra superior, llena de matices, poderosa, de la mano singular de un gran maestro como Caravaggio, en pleno apogeo de su estilo, más libre y seguro. Un tema muy repetido al que el artista proporciona un dramatismo y un sentimiento pronunciado.
El grupo de figuras parece que se asoma a una ventana. En primer plano, Pilatos pronuncia la frase célebre del Evangelio. Tiene una postura girada, pues mira al público, mientras los brazos se vuelven a Cristo en segundo plano con la cabeza caída y los ojos cerrados por el dolor de la corona de espinas desde donde cae la sangre con naturalidad. Detrás, un soldado con la boca abierta y mirando a la masa que pide justicia. La restauración ha logrado resaltar los más mínimos matices de luz y color. Sus dos manos abren un manto rojo como la sangre que expone el cuerpo desnudo. El tamaño de la obra es la ideal, ni pequeña, ni demasiado grande, llena de armonía y extraordinaria belleza. Se afirma que siempre va a estar de cara al público. Sería lo más acertado por la calidad superior que muestra y el sentimiento que transmite.
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