jueves, 16 de enero de 2025

Max Ernst y el cine


 

El Círculo de Bellas Artes de Madrid presenta la exposición, MAX ERNST. SURREALISMO. ARTE Y CINE, que puede considerarse un recorrido por la obra del artista a lo largo de su trayectoria, poniendo especial relevancia a su relación con la imagen cinematográfica, dentro de la visión surrealista, que mantendría siempre. Se exhiben para ello un conjunto de pinturas, grabados, fotografías, dibujos, secuencias de cine, y documentos de todo tipo. Se echan en falta las primeras, aunque no desmerecen las que se presentan, que se suplen con reproducciones antiguas. Max Ernst fue un artista polifacético: pintor, escultor, escritor, actor, que consideraba el cine, como todo el movimiento surrealista, una disciplina de alto nivel. El mismo artista quiso llevar sus obras al Séptimo Arte, y participar en varios proyectos cinematográficos a lo largo del tiempo. Creó los premios escultóricos para un festival de cine y formó parte del jurado de los mismos.



El artista como todo surrealista se adentró en el mundo del inconsciente, de lo irracional que fluye en la mente humana, según influencia de la psicología de Freud, en boga en la primera mitad del siglo XX. Un mundo relacionado con la biología y la astronomía, también de dimensiones ocultas y herméticas. Su iconografía representa estas características más los deseos eróticos del ser humano. Será un maestro en el empleo de técnicas como el collage, el frottage y la escritura automática. Todo ello lo vemos desde su incorporación al grupo surrealista, dirigido por André Breton, cuando llegó a París a principios de los años 20, tras dejar su país de origen donde había formado parte del grupo dadaísta. En la capital francesa pudo iniciar su actividad creativa e innovadora, que mantendría a lo largo de su vida. En principio su huella la vemos en la misma película de Buñuel y Dalí, Un perro andaluz. De los años veinte, son su serie Historia natural y la novela collage, La mujer de las 100 cabezas, que puede considerarse un auténtico manifiesto surrealista.



En 1930 participó en la parte inicial de la segunda película de Buñuel y Dalí, La edad de oro, como actor, película que serviría de inspiración a su novela-collage publicada tres años después, Una semana de bondad, que constituían 182 imágenes agrupadas en cinco cuadernillos con cubiertas de colores, cada uno vinculado a uno de los cuatro elementos y a uno o varios días de la semana. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el grupo surrealista se encontró en peligro, y tuvo que refugiarse en una villa a las afueras de Marsella a la espera de abandonar el país, no sin seguir su actividad artística en la misma, que se reconstruye según una serie de Netflix, Trasatlántico, de 2023. El punto de unión definitivo entre la carrera de Ernst y el cine es la película, Sueños que el dinero puede comprar, dirigida por el artista y director Hans Richter en 1947, producida por Peggy Guggenheim, formada por un políptico de episodios cortos, que incorporan obras de arte surrealistas. El primer episodio, llamado, Deseo, está dirigido por el propio Ernst, donde actúa e incorpora su propio guion.



En 1945, una obra suya, Las tentaciones de san Antonio, fue elegida entre otras de doce artistas estadunidenses y europeos, entre los que se encontraba, Dalí, Paul Delvaux y Dorotea Tanning, para incluirla en la película, La vida privada de Bel Ami. Recibió como premio una suma de dólares que le permitió adquirir una casa en Arizona, donde residió hasta que regresó en 1953 definitivamente a Europa. Su trabajo de la época es la serie Microbios, que inicia un periodo de investigación sobre la naturaleza, el cosmos y el microcosmos, de la que se ven varios ejemplos, y las fotografías que le tomaron en pleno proceso de creación. Además, se incluye, las esculturas de las piezas de ajedrez, que a lo largo de su carrera hizo. En la década de los cincuenta, diseña la escultura de bronce, Homme, premio cinematográfico para Oberhausen, y se convierte en jurado del festival internacional de cortometrajes de Tours, para el que realizar también el trofeo, llamado, La Tourangelie, un festival de marcada influencia surrealista.



La exposición finaliza con dos series fundamentales de grabados, que unen imágenes, con palabras y poesía: la primera, se denomina, Maximiliana o la práctica ilegal de la astronomía, donde muestra la teoría surrealista de la conciliación de los opuestos, al conectar, espacio terrenal e infinito cósmico, visiones micro y macro. Una obra que sería llevada a documental por el director, Peter Schamoni, en el que Ernst era protagonista y guionista; la segunda, a comienzos de los setenta, la serie de litografías, La balada del soldado para el poema de Georges Ribemont-Dessaignes, que transmite un mensaje antimilitarista. El director, Gérard Patris, hace protagonizar su película, Histoires Naturelles: Max Ernst, al propio artista en su nueva casa francesa de Seillans, leyendo poemas de la obra, que constituye el último espacio y contenido de la exposición.