El Museo Arqueológico Nacional presenta la exposición, ya en sus últimos días, ENTRE CAOS Y COSMOS. NATURALEZA EN LA ANTIGUA GRECIA, con motivo del décimo aniversario de la reforma del museo, que reúne un centenar de vasos griegos, terracotas, esculturas y monedas, procedentes de las importantes colecciones que atesora, algunas adquiridas de las que fueron propiedad del Marqués de Salamanca, y de otras instituciones actuales, nacionales e internacionales. Descubrimos, así, la manera de entender el mundo, su origen y transformación, que tuvieron los griegos antiguos, base de nuestra civilización. Una forma de entendimiento mítico, irracional y racional, explicada por las pinturas de los vasos, las formas escultóricas, e incluso, las representaciones de las monedas. Fueron iconografías originadas en la más remota protohistoria, que evolucionaron según su pensamiento. La exposición se complementa con textos de la literatura y la filosofía.
Los antiguos griegos pensaban que no hay nada más admirable que el ser humano. Su antropocentrismo lo observamos en la representación de los dioses, los héroes y los mortales. Creían en un origen antes de la Naturaleza conocida, que fue reconducida desde el Caos. Una Naturaleza primero salvaje, tal vez una edad de oro, a otra conquistada por los dioses. A la Tierra se une el mar, dominado por Poseidón, un medio necesario para la civilización, pero lleno de peligros, porque conduce al Hades, el destino de las almas de los muertos. Tanto los dioses como los hombres se debaten entre las fuerzas de sus deseos, del impulso generativo del Eros. Los primeros, sobre todo, Zeus, puede llegar a cambiar de aspecto, convertirse en un animal para satisfacerlos. Los héroes son semidioses, inmortales hasta cierto punto, de cuyo bienestar se ocupa la diosa de la sabiduría, Atenea. Los relatos míticos, representados en la pintura, nos hablan de sus hazañas: de Ulises para el regreso a Ítaca; de Hércules sus trabajos; lo mismo, que de Teseo.
Por otra parte, existen criaturas híbridas, cuyo aspecto se forma entre uno o varios animales, como la Sirena, los Centauros, el caballo Pegaso, Cancerbero, y la terrible Quimera. Son seres psicopompos, moradores de los límites, mensajeros de los dioses. Todos ellos son visibles e invisibles en la Naturaleza humanizada, que nos proporciona los dones necesarios para sobrevivir, como el cereal, el aceite y el vino. También el pescado, imprescindible para nuestra dieta, como las distintas formas de ganado, que es sacrificado en las fiestas y rituales, además de emplearse como imágenes simbólicas de los propios dioses. La moneda es el mejor resumen del Cosmos, de la civilización griega, porque es imprescindible para la polis, que se extendió por el oriente y occidente del Mediterráneo. En su caras se representan muchas de sus características.
Si el recorrido de la exposición se inicia con el Caos, en una pasillo con vídeos del choque del mar embravecido, cuyo límite es el relieve del nacimiento de Afrodita, según la famosa pieza del Trono Ludovisi, termina, con otro vídeo referido al Cosmos, la civilización, tras pasar, doce apartados que explican las perspectivas más significativas, aquellas comentadas, y estas otras, más precisas, como la Naturaleza mecánica, que nos refiere la creación por el dios Hefesto del primer robot o autómata, llamado Talos; o la de sabios como Dédalo en la corte del rey Minos, que construyó una vaca gigante para Pasifae, o de unas alas de cera, con la que murió su hijo, Ícaro. También hay un apartado relativo a los jardines, o a los brebajes, propios de un mundo privado donde la mujer desarrolla su actividad.